Ya queda menos para estar con la Señora
Guillermo del Campo Fdez.-Shaw.- No, no es una fecha más en el calendario. Y sí, sí es una fecha esperada por muchos. Ese segundo fin de semana de todos los septiembres de todos los años, nuestro pueblo se convierte en un “santuario” donde Nuestra Señora de Gracia es su verdadera y única protagonista; Ella es la razón de todo, el motor verdadero de un pueblo fiel, devoto y entregado, plenamente consciente de la dimensión religiosa, social y cultural de su celebrada Romería.
Créanme que sé de lo que hablo, pues he tenido y tengo el gran privilegio no sólo de formar parte de la Hermandad de Romeros, sino también de haber pertenecido durante muchos años a su Junta de Gobierno; y en ella, junto a un gran número de Hermanos Romeros -incluyendo a mi propio hermano Fernando- he vivido la emoción intensa de saberse responsable de una tradición maravillosa que Romeros y Señoras han sabido transmitir de generación en generación.
He convivido con personas formidables que año tras año me regalaron auténticas lecciones de vida, que entendían y transmitían el valor y la importancia de la pertenencia a un grupo; que anteponían y anteponen su fervor mariano a sus anhelos y quereres familiares y personales. Así son Romeros y Señoras. Porque así quieren ser.
Ella también quiso que conociera a la gente del pueblo fiel, a “mi gente de las peñas”, a esos protagonistas anónimos que conforman el alma de nuestra Romería. ¡Qué afortunado fui y cómo nos cambió la vida!
¿Saben lo que significa saberse parte de un universo tan especial como el de las Peñas Romeras? ¿Son conscientes de la transformación que sufre nuestro pueblo, nuestra sociedad, sus familias y nuestros amigos en nuestra Romería?
¿Saben la enorme cantidad de insignes creativos y profesionales de oficios varios que con ingentes dosis de esfuerzo y cariño diseñan esas más de setenta engalanadas carretas que cada segundo domingo de septiembre pasan ante Ella?
¿Son conocedores de esas veladas que los peñistas y amigos comparten en torno a la panceta, el chorizo, la cervecita y el vino? ¿Y también, por eso, de la dieta saludable en torno a una frondosa ensaladita …?
¿Conocen el innumerable número de músicos e improvisados cantores que hacen de nuestro Real Sitio un ejemplo casi único de folclore popular? ¿Y de la importancia que esas rondallas tienen en el devenir de la Romería y del pueblo? ¡Qué maravilloso poso de cultura popular el que se ha venido creando a lo largo de estos años…!
¿Han sentido un algo muy especial cuando suenan las dulzainas, los tamboriles, las guitarras y las bandurrias? ¿Notan en su interior que algo bueno está por llegar, que eso que es lo nuestro huele ya a Su fiesta?
Permítanme invitarles a que vivan esta Romería de forma distinta, a que tomen conciencia de su verdadera dimensión personal y familiar. Dejen atrás prejuicios o sentimientos encontrados y sumérjanse en lo que Ella supone para el pueblo y lo que el pueblo es capaz de hacer por Ella. ¡Es impresionante!
Aunque ahora está un poco “demodé” reconozco, sin ningún tapujo, que soy una persona religiosa que cada vez se encuentra más cómodo en la casa de nuestro Padre y que nuestra Señora –en sus distintas advocaciones- ha sido y es el faro que guía mi vida. Y que, evidentemente, nuestra Señora de Gracia conquistó mi corazón hace ya muchísimos años…
Pero cada vez soy más consciente que, justo por la magnificencia de Su propia existencia, justo por el extraordinario mensaje que nos supo transmitir su hijo, nuestra Romería es una fiesta por y para todos. Para los que creen mucho, para los que creen poco, para los que sólo creen el segundo domingo de septiembre y para los que no creen nunca; porque sé que todos tenemos cabida bajo su manto.
Es, y ha de ser, una fiesta de respeto. De respeto, en primer lugar, a la propia esencia de la fiesta mariana y romera, de respeto a las creencias de cada uno, al modo en que cada uno vive la Romería y de respeto al entorno que nos prestan, ese entorno natural y único del Bosque de la Herrería, que debe ser devuelto en condiciones óptimas. Y ésta es una obligación intrínseca a la condición de romeros y de gurriatos, pues en nuestro ADN debe prevalecer la necesidad de conservar y preservar ese espacio natural protegido.
Por todo esto les pido que se guarden un ratito de su tiempo para acercarse ese segundo fin de semana de septiembre a la ofrenda de flores que los Romeros y las Señoras organizan el viernes de Romería, que apunten en su agenda que el sábado por la tarde y en un entorno privilegiado como es el Paraninfo del Real Colegio Alfonso XII de nuestro querido Monasterio, se pregona lo que está por llegar; que madruguen un poquito el domingo y participen de una experiencia inenarrable al acompañar a Nuestra Señora desde su casa hasta la Ermita, contemplando con emoción contenida el amanecer por la Cuesta de los Pastores; y con el cuerpo cansado pero con el corazón vivo no la dejen de recibir bajo los arcos de la Universidad, observado cómo los pétalos cubren su carroza al tiempo que la pedimos y cantamos. Y, para acabar, les animo a formar parte del cortejo que la acompaña hasta su casa, su Santuario y, al tiempo que suena de forma magistral el himno de España, pidan por los que más quieran -estén o no con nosotros-, y despídanse de Ella…, pero sólo por un ratito.
Ya queda menos para estar con la Señora y Ella espera a ese pueblo fiel, único e inigualable: ya lo declamaba nuestro abuelo Guillermo hace casi setenta años: “Porque en España -como en los tiempos antepasados-, en las ciudades, como en los pueblos y en las aldeas, suena la misma jaculatoria por todos lados, ¡bendita seas, bendita seas, bendita seas”.