Una página abierta

Imagen de San Agustín en el R.C. Alfonso XII © Mariano Leyva.
José Ruiz Guirado.- Ya conocemos que en febrero busca la sombra el perro; pero más a últimos que a primeros. Y en eso estamos, cómo da nuevamente su giro la rueda de la vida, algo desesperanzados. Pero, sin duda, aunque nos cueste creerlo, el tiempo pone las cosas en su sitio. Es verdad que es lento, o nos lo parece a nosotros, porque nos hemos convertido en impacientes: todo tiene su tiempo. Todo llega y todo pasa sin remedio.
Sin darnos cuenta, se irán cayendo, una a una las hojas del almanaque, y puede que atisbemos entonces la importancia, la necesidad de que el tiempo no apure nuestro ritmo de vida, no lo precipite.
Ahí tenemos la mole del Monasterio Escurialense, contemplando una página abierta cada día. Quien llega, quien pasa, qué sucede. Y así lleva siglos contemplando la vida de sus habitantes. Si por alguna ciencia oculta, tuviera el poder de la palabra, nos sorprenderíamos de cuánto ha visto, de cuánto ha callado o de cuanto ha sido testigo.
Ya estamos, “como decíamos ayer”, en un utópico intento de encarnar en el presente el pensamiento de un Unamuno vivo hoy. Pero no desesperemos. Oigamos a San Agustín, que algo tenía que ver con este lugar. “¿Qué es el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé. Pero si tuviese que explicárselo a alguien no sabría cómo hacerl.”.