Una de las media maratones más duras de España y la Más dura de la Comunidad de Madrid, este domingo en San Lorenzo de El Escorial
Gran expectación entre el público aficionado al runnig. San Lorenzo de El Escorial acoge mañana domingo una de las carreras más esperadas del calendario de medias maratones: entre las cinco más duras de España y la considerada más dura de la Comunidad de Madrid. También, hay que decir, que es una las careras más sentidas, porque para sus organizadores tiene nombre propio: en memoria de Francisco Fernández Samaniego.
De ahí que la Agrupación Deportiva San Lorenzo, organizadora del evento en colaboración con el Ayuntamiento, tuviese que colgar el completo el 31 de mayo, al agotarse los 500 dorsales máximos que por circunstancias ambientales se pueden permitir y quedándose cientos de corredores con las ganas de participar, según nos ha contado Fernando del Campo Baca, uno de los promotores de una carrera que cumple este año su vigésimo primera edición.
Una cita, además, solidaria. Porque, por cada inscripción se destina un euro a la ONG Agua de Coco y, además, mantienen sus puertas abiertas para que cuatro niños con diversidad funcional de la asociación ‘Carros de Fuego’ participen en el recorrido contribuyendo a visibilizar al colectivo, sensibilizar y concienciar sobre sus recursos y necesidades. Siempre acompañados por voluntarios solidarios.
Entre las cinco más duras
En cifras, hablamos de un recorrido circular de 21,097 kilómetros de asfalto con un desnivel medio aproximado de 511 metros, que transcurren a diferentes altitudes, siendo la altitud mínima que se registra los 944 metros de altitud y una altitud máxima de 1.330.
Con salida desde el polideportivo EL Zaburdón, la carrera se dirige por Juan de Toledo hasta la finca del El Tomillar para iniciar a partir de ahí, en ascenso casi constante, la subida hacia la Fuente del Árbol Caído, ya superado el cordel del Valle, para alcanzar y el Mirador de la Penosilla, que es el tramo en donde se acumula el mayor desnivel positivo, por un trazado en zetas que transcurre por la ladera de Abantos, con repechos constantes.
A partir de ahí se inicia un ligero descenso por la Solana de las Cebadillas, siempre en desniveles inconstantes para, después, poner a prueba la resistencia y el ánimo de los participantes con rampas como la de subida a la Solana de las Barranquillas, que ponen a prueba la resistencia y el ánimo de cualquiera. De nuevo en ligero descenso, se pasa por la Fuente de los Pinsapos, casi en paralelo al Arroyo de la Barranquilla, para seguir hacia el Mirador de Abantos, en bajada hacia el Embalse del Romeral por la carretera de la Presa, Fuente de la Teja y calle del Pinar.
A partir de aquí, quien crea que había acabado el suplicio, se equivocaba. Nuevo ascenso ya con muchos kilómetros recorridos, las piernas pesadas y olfateando un final que aún no llega: subida por la calle Carlos Ruiz hasta el antiguo hotel Felipe II y repecho añadido por el camino de Peguerinos.
Ya en la calle Castaños, los corredores podrán encontrar cierto consuelo con descenso mayoritario hacia avenida de Concha Espina, calle Carlos Arniches y Maestro Alonso, pasando por la Presa del Infante hacia calle de Los Cerezos, de Los Guindos, calle Robles hasta Timoteo Padrós, enlazando por la plaza de Santa Joaquina Verduna, por Leandro Rubio, al paseo de Los Alamillos, por la Casa y Arco de la Compaña en dirección al paseo de Don Juan de Borbón, donde los corredores al menos podrán disfrutar con la vista del Real Monasterio.
En la plaza de la Virgen de Gracia, nuevo repecho para subir por la calle Del Rey hasta Pozas, con unos dos kilómetros supuestos de recta a meta. Pero, no. Cuando en bajada la aviste, el corredor tendrá que superar con el agotamiento acumulado la dura subida de la calle de la Jara, para desembocar en Tomillo y Montefraile.