Segunda crónica «cubillera»
Darío Garzarón Calderero.- Son las 3 de la mañana y en la calle Reina Victoria comienza su particular peregrinaje a la ermita de NuestraSeñora del Cubillo un grupo formado por unas 40 personas.
Y lo hacen con las pilas recargadas gracias al desayuno ofrecido con nocturnidad y alevosía por parte de Luis Medrano del Bar Dúo que, desde hace unos años, ha decidido poner su granito de arena para acompañar aestos “peregrinos del Cubillo”.
Es ésta la clave de un grupo formado por personas muy diferentes. Hay quien recorre este camino el segundofin de semana de junio desde hace más de 20 años mientras que, para otros, esta edición del 2024 será su bautizo de fuego o de agua, dependiendo de las condiciones meteorológicas.
El objetivo es común: hacer todo lo posible para que todos aquellos que salgan puedan llegar por su propio pie al final del recorrido, sin dejar a nadie atrás y adaptando el paso del grupo para hacer que estos poco másde 38 km sean lo más llevadero posible.
La subida al Alto del Malagón es probablemente el obstáculo más duro que hay que afrontar durante todo el recorrido, por lo que hacerlo cada uno a su propio ritmo es la clave para poder disfrutar de la primera paradagastronómica durante el recorrido, en la Fuente de las negras.
Es necesario destacar cómo durante las poco más de 10 horas de caminata, son muchas las paradas que sehacen no tanto por necesidad, sino sobre todo, para seguir una tradición que, cada año se ha ido siempre enriqueciendo, al igual que el grupo, siempre más numeroso y capaz de acoger personas que hasta esemismo día eran poco menos que desconocidos para la mayoría. Solo así se puede ver el melón que los novatos deben llevar no tanto como un sacrificio, sino como un caluroso gesto de bienvenida.
Las etapas están muy marcadas: en esta fuente paramos y Emilio nos ofrece unas almendras (hay rumores que sostienen que, como a Del Bosque, le nombrarán marqués de este fruto seco); en el riachuelo, este añomás potente que de costumbre, hay que ser de los primeros en pasar para que, a tu paso, no tiren piedras que puedan salpicarte; en el Cerro de las Damas, actuamos cual despertador dominical a eso de las 7; en laCepeda, tomamos un bocadillo (o un gel, que en estos últimos años han ido ganando terreno al tradicionalaporte calórico antaño proporcionado por los 7 huevos de la tortilla o los 3 filetes de lomo del bocadillo) y asíhasta llegar al refugio del Berceal.
Este emplazamiento, que dista unas 4 horas de la ermita, tiene un valor simbólico muy importante. En primer lugar, en caso de lluvia, sus cuatro paredes y su techo subrayan su carácter de refugio ofreciendo reparo al peregrino, pero, además, se ha convertido en el guardián de la memoria desde hace poco más de 10 años,gracias al cuaderno del peregrino que recoge los testimonios de todos aquellos que pasan por esos lares sea a pie, en bici o acompañando al ganado.
Desde esta pequeña cabaña, situada a menos de una hora del tótem que indica las tres provincias con las que linda la ruta (Ávila, Segovia y Madrid), se puede vislumbrar una de las etapas clave que mejor muestran lo que esta cita anual representa para este grupo heterogéneo tanto por edad, como por sexo como, sobretodo, por la motivación que lleva a cada uno de ellos a hacer este pequeño, pero muy placentero, sacrificio.
A unas dos horas de la ermita del Cubillo, declarada Monumento Nacional el 24 de marzo de 1982, y en la que ya desde el 1613 se registran milagros (nosotros damos fe de que cada mes de junio algún que otro milagro se ha producido), la senda desemboca en la carretera en la que los coches de apoyo allí presentesse muestran cual oasis en medio del desierto, un punto de referencia en esta ruta del comercio y del bebercio, posible solo gracias a las personas que ponen a disposición del grupo su coche, su tiempo y su amor por estatradición para regar con simpatía, comida, agua y cerveza fría, este último pit stop (o pausa de hidratación como diría laFIFA).
Este año, gracias al tiempo benévolo que nos regaló dos horas de lluvia, pero pocos minutos de sol intenso típico de este período y de esta zona, las viandas que con amor prepararon nuestros particulares sherpasmotorizados fueron degustadas con calma, dejando la nevera de la bebida un poco más llena que decostumbre.
A partir de este momento, quedaban solo dos horas de viaje y tres elementos característicos de esta partedel recorrido: el ganado bravo, los muros de piedra y la aparición en el horizonte del punto final del itinerario.
Con un guía de postín y recién llegado de las cumbres más altas de la zona, el grupo pudo superar este último obstáculo y escoltados por la versión contemporánea de los más antiguos enemigos de Don Quijote ySancho Panza, encaró el camino empedrado que lleva hasta la ermita y, por tanto, hacia el final de este camino.
Tras un cambio de ropa y de zapatillas deseado con fuerza en las horas previas a la llegada, y hecho posible gracias a las mochilas entregadas en la carnicería de Contreras el sábado y transportadas por los sherpasmotorizados, hay quien aprovecha este momento para dejar una ofrenda a la Virgen, apartarse del grupopara rezar o recordar a sus seres más queridos en el interior de la iglesia o quien, directamente, no va más allá del territorio profano del bar, siempre con el mayor respeto y la mayor colaboración para que cada uno de losintegrantes pueda vivir de la mejor manera posible su particular Camino del Cubillo dentro de este grupo.Anécdotas, comentarios y bromas, así como la tradicional final de Roland Garros disputada (y ganada) por un tenista español, amenizan la comida en la Sidrería de Llovio al final de la cual fue estampado el último sello de la credencial del peregrino creada para la ocasión y entregada la Cubillela, versión serrana de la Compostela, reservada para cada uno de los caminantes que ya piensa en la edición del año próximo.
“Hay que buscar a algún novato para que el año que viene lleve un tablón y podamos hacer un puente paracruzar el riachuelo” comenta alguno de los veteranos.
¿Alguien se apunta?