Seguimiento y estudio de la evolución del lobo ibérico en la Comunidad de Madrid

Agentes forestales Comunidad de Madrid
ADRIANA RAMÍREZ FÉ.- La comarca escurialense está siendo escenario de dos sucesos que tienen como denominador común la fauna autóctona. Por un lado, los recientes ataques de lobos a un rebaño de ovejas en la finca de El Campillo y, por otro, la presencia de numerosos jabalíes a pie de monte, que se cuelan en urbanizaciones como La Pizarra o Felipe II y que, en ambos casos, generan cierta inquietud entre la población.
Los jabalíes son omnívoros que comen de todo, desde animales más pequeños hasta basura. El lobo es un carnívoro depredador y forma parte de la cadena trófica. De hecho, entre otros, el lobo se alimenta de animales como los jabalíes y los corzos, luego es un regulador natural frente a un exceso de población. Pero también son carroñeros de especies animales ya muertas.
Ambos forman parte de la fauna autóctona. La diferencia estriba en que el lobo ha sido considerado, hasta ahora, animal en peligro de extinción, luego está protegido. Hasta hace relativamente poco tiempo, la presencia de lobo ibérico en la Comunidad de Madrid era casual. Entre otras cosas, por la densidad demográfica y de infraestructuras con que cuenta este territorio. Si bien, de un tiempo a esta parte, la población del lobo ha crecido y las manadas se están desplazando en la búsqueda de nuevos territorios donde encontrar comida y refugio y donde reproducirse. De ahí que la población del lobo se haya ido extendiendo del norte peninsular hacia el sur, al menos, hasta la Comunidad madrileña.
Seguimiento
Los responsables de hacer el seguimiento de la evolución de este cánido es el Cuerpo de Agentes Forestales, dependiente de la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid. De su mano, hemos querido conocer cuál es su labor sobre el terreno. Confirman que, en la actualidad, hay cuatro manadas establecidas en la región, formadas por unos cuatro o seis individuos. También nos cuentan que hay manadas de lobos que tienen este territorio como zona de campeo. Conocer cuántos son, en qué zonas se encuentran o cuáles son sus hábitos son parámetros que ayudan a conocer la evolución del lobo en la Comunidad de Madrid y centra una parte de las labores de los agentes forestales, pero también su protección a través de la vigilancia del cumplimiento de las leyes en esta materia y, muy importante, la educación ambiental en torno a la figura de este animal.
Pero ¿cómo empieza el seguimiento de la población de lobos en la región? Hemos acompañado al jefe de operativo del Cuerpo de Agentes Forestales de la Comunidad de Madrid, Miguel Higueras, y a una patrulla en esta labor, mediante el uso de tres herramientas: foto-trampeo, estaciones de escucha del aullido de los lobos y la búsqueda de rastros que lo evidencian -huellas, excrementos, restos de pelo, etc.-.
De la existencia del lobo se tiene constancia con sus aullidos al amanecer y conocer su posición aproximada e incluso el número de individuos. Pero son las cámaras de trampeo, que permiten su visualización, las que aportan datos más concretos: número, edad, sexo y también, incluso, algún distintivo del pelaje o marca que permite identificarlos para un mejor seguimiento, nos cuenta Higueras. También, del análisis de excrementos, allá donde se han hallado huellas, pueden conocer sus hábitos alimenticios que, en la gran mayoría de las veces, asegura, suelen ser jabalíes o corzos. También permite tener conocimiento sobre si se reproducen o no en un determinado territorio.
Todos estos parámetros ayudan a distinguir si las manadas “están asentadas o sólo es su área de campeo”. También, el celo de las hembras en época de reproducción y cría, son elementos que contribuyen a estudiar su movimiento. Así, dice el experto, en la época estival, que es el de cría, la presencia del lobo “es más fija y el número de ataques disminuye, precisamente por el hecho de que están reproduciéndose e intentan pasar más desapercibidos”. Por el contrario, los meses de septiembre y octubre son el momento en que “se producen los picos de ataque”, lo que “responde a la dispersión de los juveniles del año anterior que se separan de la madre, están solos y van a lo fácil, que es el ganado”. Pero incide en que, “cuando una población está asentada, la mayor parte de su alimentación se basa en animales silvestres, especialmente el corzo y el jabalí” y lo hacen normalmente con ejemplares debilitados.
Beneficios del lobo
De hecho, Higueras nos cuenta que el lobo suele administrar muy buen su energía, por lo que “se alimenta principalmente de presas fáciles -animales heridos, viejos o enfermos-. En este último aspecto, añade, el lobo actúa de “regulador”, ya que está genéticamente dotado para alimentarse de ganado con enfermedades que pueden ser contagiosas para el resto de la cabaña, e incluso para el hombre, sin que ni el individuo ni la manada se vea afectada por contagio, contribuyendo así a erradicar las mismas.
También, su presencia es eficaz en la lucha contra grupos de perros asilvestrados, acabando o desplazando a estos competidores dentro del que es su territorio. “Si hay lobo, no hay perro asilvestrado y eso da seguridad porque hay muchas noticias de ataques de perros a personas o niños, pero hay cero ataques documentados de lobos al ser humano en los últimos cincuenta años en España. De hecho, muchas veces, cuando se produce un ataque a ganado no se suele pensar en la posibilidad de que haya podido ser un perro, sino que existe cierta tendencia a pensar que haya sido un lobo.
Peritaje de ataques
Fácilmente distinguible cuando se perita un ataque. Esa es otra de las labores de los agentes forestales es hacer el peritaje ante un presunto ataque de cánido a ganado. Para ello, explica el jefe de operativos, cuentan con un formulario base “muy objetivo” de preguntas muy concretas que sólo requieren de una respuesta afirmativa o negativa. De ahí se deduce si ha habido ataque “con violencia” o ha sido el oportunismo de hallar un animal muerto. También, se analiza el escenario a fin de aportar pruebas. A partir de ahí, los agentes realizan un informe y lo envían a la Comunidad de Madrid que, en caso de tratarse de un ataque, gira la indemnización al ganadero afectado o, en el caso opuesto, no. Pero, además de indemnizar, la Administración regional también actúa de forma preventiva, puesto que el lobo forma parte de la fauna autóctona, y ofrece a los ganaderos subvenciones para el establecimiento de medios que contribuyan a prevenir estos posibles ataques, como son la adquisición de perros de trabajo o la colocación de pastores eléctricos.
Los mastines, apunta Miguel Higueras, “son unos animales de trabajo fundamentales a la hora de gestionar el ganado, y la Comunidad de Madrid lo subvenciona porque una ganadería que tenga dos o tres mastines hace que al lobo no le merezca la pena atacar ya que el esfuerzo que tienen que invertir es tan elevado que prefieren buscar otras fuentes de alimento”, explica este experto.
Protección
El hecho de que en la actualidad el lobo ibérico sea una especie protegida, porque no hay que olvidar que estuvo al borde de la extinción, obliga a que otra de las labores del agente forestal -por ser autoridad y policía judicial-, sea su protección. Labor que llevan a cabo con la vigilancia, persecución de las infracciones y castigo ante posibles delitos que se cometan en torno al lobo ibérico.
Algo que no sería necesario si tuviéramos mayor conocimiento sobre este animal y su comportamiento. De ahí que la educación ambiental en torno al lobo sea fundamental para favorecer la convivencia y por ello ocupa también una parte importante del trabajo de los agentes forestales, que colaboran con asiduidad con los Centros de Educación Ambiental de la Comunidad de Madrid -como el de Lozoya, San Lorenzo de El Escorial o Chapinería-, a través del programa “Lobivencia”, que se desarrolla a través de una senda guiada en la que niños y mayores pueden conocer el mundo del lobo ibérico y el trabajo de los agentes forestales.