Próxima parada, El Escorial
LUIS VICENTE SEGOVIA MARTÍN.- La estación de tren de El Escorial se inauguró un 9 de agosto de 1861, cuando se realizó el tramo Madrid-El Escorial. Su gestión inicial fue a cargo de la compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España, bajo la que operó durante 80 años, hasta 1941, en que fue integrada y nacionalizada por la recién creada Renfe.
El 25 de agosto de 1939 se llevaron a cabo los trabajos de electrificación, que se dieron por finalizadas en el año 1944. Desde el 31 de diciembre de 2004 Adif es la titular de las instalaciones ferroviarias y Renfe sigue siendo quien tiene la titularidad de las líneas y de su explotación.
El edificio de la antigua estación se componía de una planta rectangular compuesta de tres cuerpos, de los cuales el principal central tenía dos alturas y los laterales una. La planta superior se destinaba a viviendas de empleados ferroviarios. En la primera puerta de la planta baja del edificio, al lado izquierdo, se ubicaba el gabinete de circulación. En la segunda puerta estaba la oficina del jefe de estación. En el centro se encontraba la sala de espera para los viajeros en cual, a la izquierda, había un estanco que lo regentaba la señora Cristina y, al lado derecho, también existía un kiosco de periódicos gestionado por el señor Leandro, ambos vecinos de El Escorial. A continuación del inmueble estaba la taquilla donde se expendían los billetes y, en la última puerta, se hallaba un almacén de paquetería.
Además del edificio principal de la estación existían otras construcciones que daban servicio a viandantes y trabajadores, como unos aseos públicos que estaban situados a continuación de la estación. También, al principio de dicha estación se encontraba la cantina que abría desde muy temprano, dando así una buena asistencia y un funcionamiento muy positivo para sus clientes.
Seguidamente a la cantina, existían unos jardines y, en su parte posterior, se encontraban unas casas bajas que estaban habitadas por personal ferroviario; a continuación, las barreras del paso a nivel. Existía un edificio denominado cocheras, donde se alojaban los trenes, al igual que un muelle de carga y descarga. Ambas instalaciones estaban situadas enfrente de la estación, junto al denominado muro que colindaba con la calle Gómez del Campo.
Entre las vías se encontraba un depósito para suministrar agua a las antiguas locomotoras de vapor. Por otro lado, la torre de enclavamientos, que tiene una gran altura y está situada en uno de los andenes, se mantiene hoy por ser una referencia y atracción de la estación, tras ser incluido en el catálogo de edificios protegidos. Fue construida por la compañía de Caminos de Hierro del Norte de España coincidiendo con la apertura del tramo Madrid-El Escorial, de la línea Madrid-Hendaya, momento en que entró en funcionamiento. Entre las vías se encontraba un paso subterráneo para cruzar de un andén a otro y, en la parte de atrás de la sala de espera, siempre ha estado la parada de taxi y autobuses. Todo lo expuesto, unido al haz de vías, constituían la estación propiamente dicha.
La dirección de todo el funcionamiento corría a cargo del jefe de estación, quien se ocupaba de coordinar al personal del trabajo administrativo y actuaba como representante de Renfe ante cualquier situación, entre otras muchas funciones. Otra figura importante era la de los factores de circulación que se encargaban de todo lo relativo a la circulación de los trenes, como entradas y salidas, formación, paso de trenes y, sobre todo, garantizar la seguridad de la circulación mediante los diferentes sistemas de bloqueo. Otro cargo de la estación, era el referente a la expedición y facturación de billetes y paquetería. El guarda agujas trabajaba en la cabina de la torre de enclavamientos en coordinación con el factor de circulación, manejaban el cambio de vías para proceder a la circulación de los trenes. Además, la estación de El Escorial tenía una responsabilidad añadida que era el manejo de las barreras del paso a nivel y había también mozos de estación que se encargaban del mantenimiento y de la limpieza.
La mayoría del personal era del municipio y algunos de ellos con mucha experiencia, dado la cantidad de años que estuvieron trabajando en el lugar, como fue el caso del señor Ángel Vega, que empezó de mozo de estación en 1942 y se jubiló en 1980, “toda una vida”. Era una perdona entrañable que hoy es recordada por los vecinos del municipio.
El pasado mes de agosto la estación de tren cumplió 163 años y en su primer trayecto con pasajeros tardó una hora y media en llegar a Madrid. El precio del billete era de 10,25 reales por hacer ese recorrido.
A día de hoy, cuando llegas en el tren a la estación y oyes por megafonía “PRÓXIMA PARADA EL ESCORIAL“, es difícil no soñar con ver a tu abuelo por dos minutos, porque la felicidad no nace de la razón, si no de la imaginación. l