“No llores porque terminó, sonríe porque sucedió”

Fernando Del Campo FernÁndez-Shaw.- Confieso públicamente que esta frase, citada hace un par de días por el (aún) jugador de Real Madrid, Luka Modric, con motivo de su despedida de todos nosotros, en medio del estadio Santiago Bernabéu, me emocionó; me trae sin cuidado quién fue el autor o en quién se inspiró, pero se ajusta exacta y milimétricamente al concepto que tengo de la vida, de lo que tenemos y de lo que somos, del equilibrio que (creo) hay que tener en nuestro tránsito, en nuestro viaje, en nuestra pequeña historia…
Y es que esta frase, si acaso “exagerada” para el contenido de lo que paso a relatar, me hace recordar conversaciones que habitualmente tenemos en nuestro pueblo sobre lo que éste fue y lo que es ahora, sobre lo que había antes y ahora no hay… A mis recientes 60 años y siendo “veraneante”, “de la colonia”, “no gurriato”, etc. (aclaro esto porque, ya se sabe, “los de fuera”, quizá no entendemos mucho el mundo sanlorentino) he podido observar y disfrutar en primera persona, de un San Lorenzo y su entorno escurialense distinto, no sé si mejor, pero distinto; he escuchado y compartido conversaciones de barra, de mesa, de paseo, de calle, que invitan a creer que el paso del tiempo se ha llevado si no lo mejor, sí algo que hacía de San Lorenzo un sitio único, exclusivo y diferente del resto. Y así lo creo…en muchas cosas…pero en otras, nuestro pueblo es mucho mejor que hace años.
Podríamos abordar este tema desde muchos ángulos y perspectivas que, puestos en común, nos darían un resultado, seguramente, agridulce pero relativamente objetivo. La frase del título de este artículo va de esto. De, para variar, ver el vaso medio lleno o medio vacío…y siempre, por lo menos, yo, me quedo con el “vaso lleno”. Siempre.
En este contexto, hace tiempo propuse en mi querida asociación Peña San Lorenzo, de la que tengo el honor y la suerte de ser su presidente, trabajar en una línea que yo me había trazado desde que resido aquí y que, ¿sorprendentemente? muchos amigos y conocidos tenían el mismo trazo o se sumaban al mío, o yo me sumaba al suyo… ¡qué más da! Y es la línea de (¡hay que ver la matraca que doy con el dichoso “equilibrio”!) recoger los testimonios de aquella gente con cierta edad, con mucha experiencia y con un criterio aún mayor, que nos hagan entender cómo ese paso de la vida ha ido transformando nuestro pueblo: nuestras tiendas, nuestros negocios, nuestras costumbres, nuestro territorio…
Desde aquí lanzo un mensaje para que, a través de este periódico que es conocedor de esta idea, puedan también aportar, al correo electrónico psanlorenzoescorial@gmail.com, el dato de personas que nos relaten cómo fue su vida, en qué trabajaba, qué lugares frecuentaba… La idea es mantener con ella una charla tranquila, grabando la conversación para posteriormente transcribirla a un soporte escrito donde, los más jóvenes sepan de dónde vienen…y que elijan a dónde van. Para que alucinen con el entorno que vivieron sus bisabuelos, sus abuelos, sus padres…para que valoren lo que tienen y también valoren lo que desapareció, para que comprueben que aquella época no fue mejor que ésta, sino distinta, y que uno sale adelante si sabe adecuarse al entorno más próximo mirando con el rabillo del ojo al más lejano.
Unas memorias de un tapete de dominó, de una barra de un bar, de un paseo por La Herrería, de una conversación al lado del mercado… ¡Qué no se olviden ni se pierdan! Si aquello sucedió, si aquellos sitios existieron donde ahora hay…, si aquella persona se dedicaba a…, si íbamos a tomar algo a…, si nos juntábamos todos los años para celebrar esto o aquello y ahora… todo esto no puede quedar en el olvido. Muchas, la mayoría de las cosas que nos contarán, han terminado; algunas para siempre…o no. Nos tiene que servir para, con espíritu crítico, valorar si merece la pena retomar, recuperar y revitalizar “cosas” de entonces, cosas que sucedieron y que hoy nos las cuentan, con una mezcla de tristeza, nostalgia, orgullo y alegría… ¡sí, alegría! “Es que los chavales de ahora no saben divertirse… ¡si te cuento lo que hacíamos nosotros! ¡Ja, ja, ja…!” O “desde que cerré yo, ya nadie ha vuelto a hacer esto como yo lo hacía, que tenía que esconderme por las calles para no coger más trabajo…”
¡Sonriamos pues! ¡Y compartamos con ellos esas sonrisas y ese orgullo! ¡Pongámosles en su sitio, en ese pedestal al que hemos de mirar como referencia para saber lo que hemos de hacer… y lo que hemos de evitar! Ellos fueron San Lorenzo, son parte de lo que hoy tenemos.
Sé que me repito, pero también sé que, afortunadamente, somos muchos los que pensamos así… ¡y es que hubo, hay y habrá tantísimo talento en este pueblo!
Pero ni estamos tan cerca, ni estamos tan lejos. Hay que ponerse a ello, para variar… Yo empiezo ya.