Lucía Rodríguez: juventud y ejemplaridad

Lucía participando en los JJ.OO de Tokio 2020, foto Sportmedia.es.
ADRIANA RAMÍREZ FE.- En esta edición salimos a caballo entre el final y el principio de año. Momento de celebraciones y de grandes propósitos personales. Por eso hemos querido entrevistar a Lucía Rodríguez, una gurriata que es ejemplo de que, con voluntad y sacrificio, se consiguen grandes marcas. El hilo conductor hacia sus sueños: el deporte- La meta: las Olimpiadas.
¿Qué te enganchó al atletismo?
Fue algo natural. Mi padre era atleta y desde pequeña lo veía prepararse para las competiciones, regresar a casa con trofeos y compartir esas historias llenas de emoción. Recuerdo que esos momentos despertaron en mí una curiosidad innata. Aunque de niña era bastante polifacética —me gustaba hacer muchos deportes—, lo cierto es que hubo algo especial en el atletismo que terminó conquistándome. Creo que el primer clic fue en los crosses escolares del colegio, donde solía destacar. Empecé a verlo como un reto divertido, más un juego que un deporte en sí. Con el tiempo, esos pequeños pasos se fueron convirtiendo en algo más serio, pero siempre manteniendo esa sensación de disfrutar lo que hago. Al final, te das cuenta de que es tu lugar, y ese ha sido mi camino hasta hoy.
¿Cómo fueron estas primeras experiencias?
Mis primeras experiencias con el atletismo las viví con 8 años, y la verdad es que fueron muy especiales. Todo empezó de forma muy sencilla, en los campeonatos escolares del colegio. Lo recuerdo con mucho cariño porque, para mí, en ese momento no era tanto una competición, sino más bien una excusa para correr con mis amigas y pasármelo bien. Recuerdo esa sensación de libertad al correr y de cómo, casi sin darme cuenta, empecé a destacar. Ganar o hacerlo bien era emocionante, pero lo que más disfrutaba era el ambiente: los ánimos, esa mezcla de nervios y alegría. Creo que esa etapa fue clave porque nunca sentí presión; todo era jugar y probar cosas nuevas, pero con cada pequeña victoria, me enganchaba un poco más. Fue una forma muy natural y bonita de entrar en este mundo.
¿Cuándo y cómo pasas al atletismo profesional, con qué edad y qué supuso para tu vida académica y tu vida familiar?
El primer gran paso hacia el atletismo profesional lo di en segundo de bachillerato, cuando decidí trasladarme al Centro de Alto Rendimiento de Madrid (CAR). En ese momento tenía 17 años, y aunque todavía no era completamente consciente de que podía dedicarme al atletismo de manera profesional, empecé a verlo de una forma mucho más seria. Fue un cambio importante que marcó mi vida, no solo a nivel deportivo, sino también académico y familiar.
En el CAR, tuve que aprender a gestionar mi tiempo de forma más eficiente. Decidí cursar segundo de bachillerato mientras empezaba a entrenar al más alto nivel. Más adelante, cuando llegó la pandemia en 2020, todo cambió. Fue un momento de inflexión en mi carrera: tuve tiempo para reflexionar, para analizar mi potencial y para darme cuenta de que podía alcanzar el máximo nivel.
Ese cambio de mentalidad fue clave, porque 2021 terminó siendo el mejor año de mi vida deportiva: fui finalista en el Europeo de Pista Cubierta y logré la clasificación para los Juegos Olímpicos de Tokio. Fue un sueño hecho realidad, pero también el resultado de años de sacrificio y esfuerzo.
En cuanto a mi vida académica, siempre tuve claro que debía compaginar los estudios con el deporte. Después de bachillerato, decidí estudiar Magisterio de Educación Primaria, especializándome en Educación Física. Terminé la carrera hace un año y medio, aunque opté por hacerlo a mi ritmo, priorizando el deporte, pero sin abandonar mis estudios. Para mí, los estudios han sido siempre un “seguro de vida”. El atletismo no dura para siempre, y tener una formación es fundamental para el futuro.
Además, estudiar me ayudó a desconectar mentalmente del día a día deportivo. Aunque hubo épocas más complicadas, nunca lo sentí como una carga porque organicé mi tiempo de forma que no fuese una presión constante.
A nivel familiar, el apoyo de los míos fue esencial. También incluyo a mis amigos, los de verdad. Ellos siempre han estado ahí apoyándome, y han entendido mi vida y todo lo que implica. Han estado a mi lado tanto en los momentos buenos como en los más complicados, y su apoyo incondicional ha sido fundamental para que pudiera seguir adelante. Siempre han entendido mis decisiones y están a mi lado en cada paso, lo que me permite centrarme tanto en mi carrera deportiva, como en la académica en su momento.
Actualmente, aunque la enseñanza me encanta, mi prioridad sigue siendo el deporte. Pero sé que tener esa base académica me da tranquilidad y opciones para el futuro
¿En qué momento comienzas a despuntar como corredora de velocidad en pista?
Aunque nunca me he considerado una corredora de velocidad, debo admitir que de pequeña me gustaban mucho las carreras de medio fondo, como el 800 y el 1.500 metros. De hecho, me hubiese gustado haber podido exprimir más esas distancias. Este año, de hecho, me gustaría volver a correr algún 1.500 y sentir nuevamente esas sensaciones de las carreras más rápidas. Sin embargo, con el tiempo, me he ido enfocando más en pruebas de fondo. Mi carrera actual está centrada en distancias más largas, como el 5.000 metros, en las que me siento más cómoda y donde realmente he encontrado mi potencial. Las competiciones más próximas seguirán esa línea, y es hacia el fondo donde mi carrera continúa evolucionando.
¿Cuántas horas de entrenamiento diario requiere una atleta de élite como tú cuando se pasa de los campeonatos regionales a los nacionales?
Cuando entrenaba en mi pueblo, los entrenamientos eran más limitados, alrededor de tres o cuatro días a la semana, con un volumen de trabajo mucho menor (lo normal en esas categorías). Era una fase de iniciación, donde no tenía la carga y exigencia de ahora. Sin embargo, cuando me trasladé al Centro de Alto Rendimiento, la intensidad y el volumen de mis entrenamientos aumentaron considerablemente para lo que venía haciendo en el pueblo. Actualmente, como atleta de élite, mi carga de trabajo es mucho más exigente. Realizo entre 120 y 160 kilómetros semanales de entrenamiento, dependiendo de la fase del ciclo y la preparación. Además de los entrenamientos de impacto, también tengo sesiones de trabajo sin impacto, como sesiones de fuerza, elíptica o recuperación activa. Esto me permite mantener el rendimiento y la resistencia sin sobrecargar mi cuerpo, qué después de estos años duros, tiene serias dificultades para rendir como lo hizo anteriormente a todos estos problemas que te comento. El número de horas de entrenamiento varía, pero en total dedico entre 2 y 3 horas diarias, los 7 días de la semana. Este cambio de entrenamientos regionales a nacionales y, en general, el paso a un nivel más alto, exige no solo un mayor volumen, sino también más dedicación, concentración y una planificación más estricta.
¿Soñaste alguna vez ser olímpica?
Por supuesto que lo soñé, aunque en mi infancia era más un sueño lejano que una meta real. Cuando empecé en el atletismo, veía los Juegos Olímpicos como algo casi inalcanzable, algo reservado para los mejores del mundo. Pero con el tiempo, conforme fui creciendo como atleta, ese sueño comenzó a convertirse en una posibilidad.
Representar a la Selección Española y estar en unos Juegos Olímpicos no solo fue la culminación de años de esfuerzo y sacrificio, sino también la realización de un sueño que llevaba conmigo desde niña. Es difícil describir la emoción de vestir la camiseta de tu país en el mayor escenario deportivo del mundo. Ser olímpica no es solo un logro personal, es también un orgullo que compartes con tu familia, tus amigos, tus entrenadores y todas las personas que te han apoyado en el camino. Es la prueba de que con trabajo, perseverancia y pasión, los sueños, por muy lejanos que parezcan, pueden hacerse realidad.
Háblanos sobre cómo te sentiste cuando te dieron la noticia de que habías sido seleccionada para las Olimpiadas de Tokio 2020.
Fue un momento de muchísima tensión. Mi participación no fue por marca directa, sino a través del ranking de cuota, y todo se decidió en el último momento, justo antes del cierre. Sabía que estar tan cerca de unos Juegos Olímpicos ya era algo espectacular, pero también era consciente de lo duro que sería quedarme a las puertas, a solo una posición. Recuerdo que a falta de una hora para que cerrara el ranking, estaba prácticamente convencida de que no lo iba a conseguir. Estaba tan nerviosa que decidí echarme una siesta para intentar desconectar un poco. De repente, a falta de media hora, mi teléfono empezó a sonar sin parar: mensajes, llamadas… Me desperté y vi que había entrado. Fue una explosión de emociones. Me eché a llorar, llamé a mi familia, y la adrenalina del momento fue indescriptible. Después de tanto estrés y tensión, recibir esa noticia fue un alivio enorme y, a la vez, uno de los momentos más felices de mi vida.
Una ilusión con una responsabilidad muy grande, se supone.
Por supuesto. Representar a tu país en unos Juegos Olímpicos no es solo cumplir un sueño personal, es llevar contigo el esfuerzo de tantas personas que te han apoyado y confiado en ti durante años. Además, sabes que estás compitiendo en el escenario más importante del deporte, donde tienes que dar lo mejor de ti no solo por ti misma, sino también por todos los que te han ayudado a llegar hasta ahí.
Ese sentimiento de responsabilidad no es algo que pese, sino que motiva. Es lo que me impulsa a trabajar más duro, a intentar estar a la altura y a demostrar que todo el esfuerzo ha valido la pena.
¿Cómo se encajan unos resultados que no siempre son los esperados sin caer en la renuncia?
Siempre intento encajar los resultados desde una perspectiva equilibrada. Si son positivos, los disfruto y valoro todo el esfuerzo que ha llevado conseguirlos, pero no me quedo ahí, porque sé que siempre hay margen para mejorar. Si son negativos, trato de no frustrarme y de verlos como una oportunidad para aprender. Al final, en el deporte, lo importante no es solo ganar, sino también saber levantarte, analizar y seguir adelante. Soy muy exigente conmigo misma -muchísimo- y siempre hago autocrítica, incluso después de un buen resultado. Me gusta analizar qué funcionó bien y qué aspectos se pueden mejorar, porque creo que solo así se puede seguir creciendo. En el caso de un resultado negativo, intento identificar qué factores influyeron, ya sean físicos, técnicos o mentales, y busco soluciones concretas para no repetir los mismos errores. Para mí, cada carrera es una oportunidad de aprendizaje. Mi principal objetivo ahora mismo es recuperar completamente mi mejor nivel y volver a competir en las mejores condiciones posibles. Estoy trabajando para alcanzar un estado óptimo que me permita estar de nuevo entre las mejores, tanto en campeonatos nacionales como internacionales. A largo plazo, mi gran meta es luchar por un nuevo ciclo olímpico y volver a representar a España en competiciones de alto nivel.
Con la responsabilidad que es ser ejemplo para muchos de tus jóvenes convecinos. ¿Les animarías a iniciarse en el deporte?
Para mí, ser un ejemplo para los jóvenes de San Lorenzo de El Escorial es un honor, pero también una gran responsabilidad. Si pudiera darles un consejo, les animaría a iniciarse en el deporte, no solo porque es divertido y te permite conocer a gente increíble, sino porque tiene un poder transformador. Te enseña a superar tus propios límites, a fortalecer tu carácter, y lo más importante, te permite aprender sobre ti mismo mientras disfrutas de cada momento. Además, el deporte te abre puertas, tanto a nivel personal como profesional, y no solo a través de las competiciones, sino también a nivel laboral, donde las habilidades que adquieres son muy valoradas.
Se van a construir unas instalaciones de atletismo entre San Lorenzo y El Escorial ¿cómo lo ves?
Para mí, el acceso a unas buenas instalaciones siempre fue primordial, pero no tuve la suerte de contar con ellas durante mi desarrollo deportivo aquí en el pueblo, -lo que sí que puedo decir que siempre me rodeé de grandes profesionales-, y me gustaría que los jóvenes del pueblo pudieran disfrutar de lo que a mí me faltó. Aunque ahora vivo y entreno en Alicante enfocada en mi carrera deportiva, siempre llevo a San Lorenzo en el corazón, y siempre que regreso a mi pueblo me resulta muy difícil encontrar las condiciones óptimas para entrenar. Afortunadamente, cuento con el apoyo de personas que han estado conmigo desde pequeña, que siempre han hecho todo lo posible por facilitarme las cosas. Pero, sin duda, San Lorenzo necesita una pista adecuada, unas instalaciones que permitan a los jóvenes tener las condiciones necesarias para desarrollarse en el deporte. Lo que más me gustaría es que los chicos y chicas del pueblo pudieran tener las oportunidades que merecen.
¿Vas a correr en la San Silvestre de San Lorenzo?
No puedo correr la San Silvestre de San Lorenzo de El Escorial, ya que no forma parte del calendario nacional y no me lo permiten. Aunque me encantaría estar allí, siempre he considerado esta carrera como algo muy especial. Es una forma divertida de despedir el año, de compartir el espíritu festivo con los amigos, familiares y compañeros, y de disfrutar del deporte en un ambiente relajado y cercano.
Además, para los jóvenes que aún no se han iniciado en este mundo, creo que una carrera como la San Silvestre es una muy buena forma de engancharse. No solo es una oportunidad de hacer deporte, sino también de divertirse, conocer gente y disfrutar del ambiente festivo. Para aquellos que aún no se han atrevido, es un primer paso perfecto para empezar a correr. El año pasado, por ejemplo, mi primito pequeño sí la corrió en la San Silvestre de San Lorenzo, y para mí fue un momento muy bonito verle.
¿Qué supone ser una atleta en el día a día?
Aunque no haya estado en los Juegos Olímpicos de París, mi vida sigue siendo la de una atleta de élite. Entreno como tal, me esfuerzo como tal y vivo bajo los valores de disciplina y compromiso que definen este deporte. Es cierto que estos últimos tres años han sido especialmente complicados para mí. Los problemas de salud y físicos me dejaron fuera de toda competición, algo que no solo afecta físicamente, sino también a nivel emocional. Sin embargo, siempre he creído que el atletismo, como la vida misma, tiene sus ciclos. Hay momentos en los que no se puede estar al máximo nivel, y a veces las circunstancias no dependen de ti. Lo importante es cómo lidias con esas etapas, y en mi caso, he trabajado duro para superar cada obstáculo. Hoy puedo decir que estoy recuperada de mis lesiones y problemas de salud. Aunque ciertas circunstancias todavía no me dejan competir al nivel que me gustaría, sigo haciéndolo a nivel nacional. De hecho, este año, a pesar de todas las dificultades que arrastro, he logrado resultados muy positivos que me llenan de esperanza y motivación. Mi intención no es solo mantenerme, sino pelear por un ciclo olímpico y volver a representar a España en un campeonato internacional. Porque al final, para mí, el atletismo no es solo competir, sino una forma de vida y una lucha constante por dar lo mejor de mí misma, en las buenas y en las malas.
¿Cómo se compagina ser joven y atleta?
Ser atleta no solo es lo que haces en la pista o en el gimnasio, sino también cómo gestionas las horas fuera de ellos. Significa priorizar el descanso, evitar excesos, planificarte para compaginar entrenamientos, competiciones y, a veces, incluso otras responsabilidades personales o profesionales. Es un equilibrio constante. No siempre estás al 100%, pero creo que ahí está la clave: mantener la disciplina incluso cuando las cosas no son perfectas. Y aunque los resultados visibles puedan parecer esporádicos, el trabajo diario y las pequeñas decisiones son lo que realmente marcan la diferencia. A pesar de las dificultades de los últimos años, cada vez que piso la pista recuerdo por qué hago esto: porque me apasiona y porque, incluso en los días más duros, siento que estoy exactamente donde debo estar.