Los genios nacen o crecen en San Lorenzo
Enrique Garza Grau.- Bajo el techo pintado en grises semovientes sacados de la paleta de Dios, sobre la Sierra de Guadarrama; brillan con los reflejos del sol y la magia de las estrellas; el duende y los ángeles del arte en Peguerinos. El contexto actual de la cultura en nuestros pueblos, particularmente en el entrañable San Lorenzo, se vive el arte y la creatividad con la misma naturalidad que se respira; la gracia del elfo desafía el frío, la soledad y la dureza serrana de antaño. Durante años, la cultura permaneció encerrada en el bullicio de las ciudades, mientras que los pueblos de la vieja Castilla parecían relegados a la nostalgia de un pasado sombrío, donde solo había pastos, ganado y ecos de guerras olvidadas. Sin embargo, hoy, el paisaje se ha transformado. El arroyo que una vez fue un recuerdo ausente y los prados que parecían desolados, han cobrado vida a través de la interacción entre el hombre y los espíritus sensibles -los artistas- que buscan llenar el vacío de la soledad.
Este renacer cultural se manifiesta en artistas locales como Olop Ocram, pseudónimo de un brillante creador sanlorentino que ha sabido canalizar su genialidad a través de diversas formas de expresión. Su obra, presentada en la Casa de Maestros de Peguerinos bajo el título “La mirada y el lenguaje”, es un testimonio de la evolución del arte en nuestra región. Olop, nació en una encrucijada de culturas —ya sea en Tetuán, Madrid o San Lorenzo—, es lo mismo, nació donde creció su genio, su arte, su creatividad. Olop Ocram se sitúa entre el crisol de la música, la pintura y la arquitectura, evocando el espíritu renacentista que busca trascender la mera representación.
La muestra resulta un delicado equilibrio entre la tradición del arte clásico y las inquietudes contemporáneas. Como menciona la alcaldesa Asunción Martín, la atención al fondo y los detalles recuerda a los grandes maestros contemporáneos; para mí, resulta una osmosis de rafaelismo de nuestro Rafael, pero con un giro singular que da voz a la humanidad en su forma más transparente y hermosa. Para el artista, lo que a simple vista puede parecer fragmentario se convierte en una verdad elocuente, donde cada trazo, cada matiz o cada imagen, remiten al deseo de conexión y libertad interior.
Una de las particularidades de la obra de Olop Ocram es su capacidad de transformar el lenguaje. Mediante la asimilación del simbolismo borgiano, el autor consigue que su trabajo funcione como un espejo. Este espejo no solo refleja la realidad externa, sino también las emociones y pensamientos ocultos que resuenan en la experiencia humana. El agua de los arroyos se convierte en un medio de reflexión, y la mirada cautivadora de Yolanda se entrelaza con la música y los sentimientos, creando un diálogo que invita al espectador a pensar más allá de la mera forma.
No obstante, la exposición de Olop Ocram va más allá de lo visual; reclama una relación más profunda con el espectador. Cada pieza es un recordatorio de la necesidad de recuperar nuestras raíces y referencias culturales en un mundo donde la modernidad a veces ahoga el espíritu. En este sentido, la obra se torna en llamada a los pueblos abantos a reconocer y explotar sus genios locales, pues son estos creadores quienes nutrirán la savia del conocimiento y construirán una identidad colectiva sólida para las generaciones presentes y futuras.
Cuando un pueblo se olvida de sus referentes culturales y artísticos, pierde su esencia. La obra de Olop Ocram (Rafael Lleonart) es un recordatorio de que cada comunidad tiene su propia narrativa que contar, su propia belleza que explorar. Así, el arte se convierte en un vehículo para el renacer cultural, y al mismo tiempo, en una declaración de la humanidad en su forma más pura. En esta revitalización de la cultura local, encontramos la oportunidad de fusionar pasado y presente, tradición y modernidad, en un tejido artístico que realmente represente la riqueza de nuestra experiencia compartida.
El desafío ahora radica en fomentar este diálogo continuo, en permitir que las voces emergentes sean escuchadas y que el arte, en todas sus formas, se convierta en un medio para la reflexión y el crecimiento personal. La exposición de Olop Ocram es, por tanto, no solo un evento artístico, sino un hito que nos invita a todos a participar en la celebración de la vida y la cultura que florece bajo el cielo gris de nuestros queridos pueblos. La exposición de Olop o Rafael, es un canto a la libertad, un grito contra la dictadura interior, el desahogo del amor intenso y la expresión de rabia a través de la belleza de su musa; a quién roba su imagen a la luz de la luna, volcada del carboncillo o los pinceles.