Los Chachipés: 30 años de folclore y tradición
ADRIANA RAMÍREZ FE.- Estamos de romerías y seguimos presentando a personas que son parte importante de ellas. En este caso de peñas y grupos folclóricos escurialenses. Hablamos de tradición de la mano de Juan José La Puente, presidente de los Chachipés durante sus tres décadas de existencia en la Villa de El Escorial.
¿Juanjo, cómo surgen los Chachipés?
Muchos de nosotros, en un momento dado, procedemos de otros grupos que, por diferentes motivos, se rompe. Y así nos pasó a nosotros hasta que un mes de febrero, llegando los carnavales, un amigo dejó caer que nos podríamos reunir para hacer algo, y se nos ocurrió hacer una charanga. Me acuerdo que nos disfrazamos de Carmen Sevilla y sus ovejitas y nos lo pasamos fenomenal preparándolo todo: -¿Y cómo nos vamos a llamar?-, preguntó uno, -Pues Los Chachipés. (Risas)-. -¿Y qué significa?-, preguntaba otro. – Significa, ¡buena suerte!-… Fue todo rocambolesco, nos lo pasamos fenomenal -se ríe-. Se acabaron los carnavales y, entonces nos preguntamos ¿y ahora qué? Alguien sugirió preguntar a la Hermandad si nos dejaría bailar en el Festival de la Virgen de la Herrería. Y, juro que dije ¡una vez, nada más! Empezamos con una carreta… Han pasado 30 años…
¿Qué os diferencia de aquel entonces a hoy?
Desde entonces hasta hoy hemos ido creciendo. Empezamos quince amigos, con edades en torno a los 18 y 20 años como una peña. Ahora somos 67 personas formando el Grupo Folclórico los Chachipés.
Y 30 años de presidente…
Así ha sido pese a que cuando me lo propusieron puse algunas condiciones. La primera, que dado lo que hemos crecido ha sido inviable, era que no quería dinero de por medio, porque lo único que trae son problemas. La segunda, que no quería ni papás ni mamás que entraran a cuestionar por qué una niña o niño u otros iban delante o detrás y similares, porque se emponzoña el buen ambiente. Al final, dinero tenemos que tener porque hemos crecido muchísimo. No podemos quedarnos a cero porque hay viajes en los que pagar autobuses, mantener un vestuario…
Habéis llevado el nombre de El Escorial muy lejos y muy a menudo!
Es un orgullo. En los últimos años vamos a actuación por mes. Siempre tenemos un evento y, si no es una actuación, siempre nos metemos en cualquier historia. Hemos estado en Ibiza, País Vasco, Valencia, Málaga.
Tres décadas dan mucho de sí ¿Encontráis fácilmente relevo generacional?
Empezamos con 18 años, han pasado 30, y ya tenemos hijos adolescentes que acuden a nuestra escuela y que, hay que agradecérselo, se prestan a echarnos una mano cuando hay actuaciones. Hay gente que estuvo en los principios y que, por circunstancias de la vida, lo tuvo que dejar y en la actualidad se reincorporan, incluso con sus hijos. Otros que ya eran padres, se han reincorporado siendo abuelos. Así que nos sentimos afortunados y orgullosos de que generaciones más jóvenes se animen a dar continuidad a nuestras tradiciones.
Una, que es ajena a estos temas, se da cuenta del papel fundamental que jugáis las peñas en ese sentido.
Realmente creo que es así, tanto en San Lorenzo como El Escorial: el folclore, las tradiciones, las romerías. Parte fundamental somos las peñas ¡Sin duda! Pero, sin olvidar en lo referente a las romerías, el carácter religioso y la devoción que siente cada uno por su Virgen y Patrona: la de la Herrería en la Villa y la de Gracia en San Lorenzo. Nosotros colaboramos para su esplendor, siguiendo el testigo de otras personas que dieron el relevo y que tiraron de todo esto para dejarnos esta maravilla en herencia.
¿Cómo recuerdas la romería de tu niñez?
Me considero muy cacique -para quienes nos lean y que sean de fuera: oriundo de la Muy Leal Villa de El Escorial- (sonríe). A mí, la semillita me la plantó mi abuelo Miguel, que fue secretario de la Hermandad de la Virgen de la Herrería durante 37 años, y cuyos recuerdos me retrotraen a aquellos tiempos en que se bajaba a segar en la ermita para tenerlo todo preparado para el primer domingo de septiembre; también de ayudarle a ensobrar los programas para todos los comercios y pegar los sellos con lengua -pone cara de circunstancia. Para mí, la romería trasciende lo religioso: son mis abuelos, mi padre que ya falleció; mi madre, mi familia y mis amigos. Es algo que no se puede definir. Creo que para muchos no hay palabras que expliquen este sentimiento. El día de la Romería es algo fabuloso.
¿Cómo percibes que viven la Romería los más jóvenes?
Creo que les cuesta más vivir el espíritu romero. También es cierto que ha crecido todo mucho. Antes en El Escorial nos conocíamos todos. Yo, con 9 o 10 años, hacía carretilla e íbamos los primos y los amigos del barrio solos a pasar la Romería. Eso ahora es impensable, sin nadie que les esté vigilando. Así que, sí. Por la experiencia que tengo he de decir que cuesta. En la misma peña, los animamos a hacer una carreta de pequeños y lo hacen, pero les cuesta muchísimo. Cuesta meterles esa semillita. También es verdad que, con la edad, luego se les pasa y bajan a hacer la carreta. Parece que ya de adolescentes les motiva más. Es distinto.
Para dibujar una romería más gráfica ¿de cuántas carretas hablamos en aquellos años y cuántas son hoy?
Voy a cumplir 50 años y, que recuerde, la Romería en El Escorial comenzó en 1968 con dos o tres carretas. Aún recuerdo cuando tras una romería volvíamos a casa y comentaba con mi madre, emocionado, ¡este año ha habido cinco! ¡Era algo grande! Ahora estaremos en torno a unas 30, más o menos. El empuje que se le ha dado a la Romería ha sido bastante considerable.