Las piedras caballeras

Génesis de una piedra caballera. Piedra caballera en la Machota Alta.
Carlos Agudo.- Antonio Rotondo y Rabasco en 1862 cuando los mapas geológicos no se habían levantado todavía, en su obra Historia descriptiva, artística y pintoresca del Real Monasterio de S. Lorenzo comúnmente llamado del Escorial, ya describe las rocas de nuestro entorno: “Aunque desnudos de pretensiones científicas, haremos aquí una muy breve reseña de los terrenos del Escorial y los de sus alrededores geológicamente considerados…
Las montañas que rodean al Escorial corresponden a los terrenos hipogénicos, y las rocas que esencialmente las constituyen son el granito y el gneis”. Dio en el clavo, así es, las rocas predominantes de nuestra comarca son los gneises y los granitos. Hoy nos vamos a fijar en una cualidad de los granitos. Esta roca endógena, hipogénica, como la llama Rotondo, tiene una estructura interna cúbica, es decir, fractura formando cubos más o menos irregulares, estos cubos cuando quedan expuestos a la intemperie, una vez que la roca encajante, o sea, la roca que cubría el granito desaparece por la erosión producida por los agentes externos: viento, agua, diferencias térmicas, líquenes, musgos, etc. actúan sobre las aristas de los cubos y los van redondeando creando formas caprichosas en el paisaje.
Una de estas formas graníticas son las singulares, y al tiempo abundantes en nuestra zona, piedras caballeras.
Las piedras caballeras son, pues, rocas graníticas muy redondeadas, más bien grandes apoyadas sobre otras o sobre superficies pétreas, que aparentemente están en equilibrio inestable. Su origen se explica por los procesos erosivos ya mencionados. En general, del granito o piedra berroqueña como la llaman los canteros, se tiene una idea de robustez, de solidez y en efecto, pero tiene también una debilidad ocasionada por su composición de pequeños cristales, y no pequeños granos como su nombre sugiere, de diferentes minerales: cuarzos, feldespatos, micas, plagioclasas
cuyos índices de dilatación y contracción son dispares ante los cambios fuertes de temperatura lo que provoca un desajuste entre los cristales y como consecuencia una disgregación. Las zonas más expuestas son las aristas las que sufren con mayor agresividad este fenómeno de desintegración generando la redondez de las rocas. Técnicamente se conoce este proceso como meteorización o arenización, de ahí que en las zonas graníticas abunden los depósitos de arenas procedentes de la arenización del granito.
Citando de nuevo a Rotondo, copio literal otra de sus apreciaciones sobre el granito: “Lo que si es cierto que todo el granito del Escorial tiene una grande propensión á descomponerse al contacto del aire por ser muy feldespático y de grano basto; lo cual desgraciadamente será causa de que la suntuosa basílica del Escorial, cuya solidez parecia desafiar á la de las célebres pirámides de Egipto, no sobreviva á aquellas á pesar de su fabulosa antigüedad”. Sin duda está exagerando, pero pongamos como ejemplo el acueducto de Segovia, los expertos arquitectos romanos construían con formas geométricas perfectas y aristadas en cornisas, dinteles, arcos, frontones
y sin embargo el paso de los más de 2000 años ha hecho que las piedras del acueducto hayan perdido las aristas y se muestren redondeadas.
En nuestro entorno encontramos abundantes piedras caballeras, algunas de ellas con nombre propio y un valor patrimonial dignas de ser catalogadas y explicadas didácticamente a los senderistas avezados. Se ubican en las zonas de afloramiento granítico, a saber: las Machotas y el llano del piedemonte. El ejemplo más conocido es El pico del Fraile.