Las ideas de modernidad en el monasterio de San Lorenzo el Real
MARISOL PEREA UNCETA.- Se han vertido ríos de tinta sobre el monasterio de El Escorial y Felipe II, ninguno de los dos deja indiferente a los historiadores, el primero por ser único y el segundo por complejo, e incluso contradictorio. Y de esto último quiero hablar hoy, de cómo este monarca era un hombre de su tiempo, un hombre de la modernidad, dando algo de luz a la gran obra de su reinado el Monasterio de San Lorenzo el Real.
La Edad Moderna en Europa es testigo del nacimiento de los grandes estados modernos en Europa, termina el feudalismo, las pequeñas monarquías desaparecen y carismáticos reyes absolutos alumbran fuertes estados como España. Esta Europa lidera los grandes descubrimientos geográficos que llevarán sus barcos por rutas antes inimaginables. Esta Europa ve crecer la burguesía y el inicio de la economía capitalista. Esta Europa es el escenario del Humanismo moderno que quiere poner al centro al hombre, pero sin desterrar al Dios creador, un antropocentrismo muy complicado de sostener con una Iglesia fuerte y omnipresente. Esta Europa protagoniza el arranque de la Revolución Científica que pondrá en duda toda la Física aristotélica y personajes como Galileo mirarán de frente a la Iglesia arriesgándose a ser condenados. Y por si todo esto fuese poco, esta Europa es la que ve escindirse a los reformistas protestantes y afrontar la Contrarreforma católica.
Felipe II es un monarca absoluto en esta Europa moderna y en la carta de fundación de la obra de “este convento” explica a sus súbditos El principio, los motivos y fines que el Rey don Felipe tuvo para edificar el Monasterio de San Lorenzo y entregarlo a la orden de San Jerónimo.
Motivos y fines
La primera motivación es edificar un templo, la Basílica, donde alabar al dios del que tantos beneficios recibe cada día. Su templo rememorará el de Jerusalén, mientras seguimos esperando la tercera reconstrucción en el final de los tiempos. Quiere dedicarlo a san Lorenzo por el que siempre tuvo una particular devoción, y más después de sus victorias en Francia en el día de su festividad. Todo convive en el mismo espacio el gran monarca y el fervoroso siervo de Dios.
La segunda motivación es dar sepultura a toda su dinastía, un monarca moderno, que sin ser emperador gobierna un imperio, necesita un enterramiento para su padre y todos sus descendientes a la altura de los Habsburgo. Esta dinastía necesita una comunidad de frailes que recen por su buen gobierno, por su santidad y la de los que ya hayan muerto. Confía en la Orden de los Jerónimos que tiene fama de hombres de oración y recogimiento bajo la Regla de san Agustín.
Felipe II es el defensor de la Fe Católica, hereda este compromiso de su padre, el Emperador Carlos V y de sus abuelos los Reyes Católicos. En tiempos de Isabel y Fernando tuvieron que defender a la Cristiandad del islam y la herejía, y a él le toca defenderla de las escisiones reformistas que llegan del norte. Como vemos en la cronología, la primera piedra se coloca el mismo año que termina el Concilio de Trento y este monarca es el máximo defensor de la Contrarreforma. El espíritu trentino se respira en toda la obra y sobre todo, en la decisión de crear un colegio-seminario, para formar a los sacerdotes diocesanos que luego regirán catedrales y parroquias por todo el reino. Esta labor se la encomienda al clero secular y a los profesores de las Universidades de Alcalá, Salamanca y Valladolid.
Felipe II es monarca absoluto de una nación con identidad clara y poder incomparable. Su reino se extiende por Europa, Asia y América, tiene una corte a la altura de esa labor, él mismo ha constituido la Villa de Madrid como capital, pero el Alcázar no es un palacio con el que él se identifique, tiene un marcado estilo medieval. Y aquí es cuando nos empezamos a separar de los programas arquitectónicos tradicionales de la época. Porque en un mismo edificio tenemos: templo, convento (fundación de los jerónimos), colegio-seminario (administrado por el clero secular), enterramiento y palacio. Si bien, el gusto austero del monarca está presente en todo su diseño, no cabe duda de que este palacio impresiona por su tamaño y rotundidad uniforme.
Felipe II es a la vez un hombre religioso y erudito, al más puro estilo del antropocentrismo moderno, no le da la espalda a todo lo conquistado por la razón y la ciencia en la Edad Moderna, sin ceder un ápice en sus profundas creencias religiosas. Esta es la razón por la que la biblioteca se convierte en la más extensa y excelente de la cristiandad. Quiso que fuese lugar de referencia y estudio para toda su corte, para los intelectuales, artistas y filósofos de su reino. Desde Teología a Astrología, todas las disciplinas del momento tienen cabida en un espacio extraordinario. Su emplazamiento es inmejorable, para acceder al Patio de Reyes y a la Basílica, tienes que pasar por debajo de la Biblioteca y de toda su sabiduría.
Complejidad moderna
El completo programa del monasterio es el resultado de hacer convivir esta complejidad moderna en un solo edificio que, además de sorprender por sus dimensiones, nos deja sin palabras por la homogeneidad en toda su ejecución. Bajo una misma fachada, y con un único volumen, se acomodan: palacio, sepultura, templo, convento, colegio-seminario y biblioteca. Lo único que destaca en la cara occidental es la doble fachada de la Basílica que indica la entrada al templo, la devoción a san Lorenzo y la ubicación de la biblioteca.
En el centro de todo este complejo programa, y como eje de simetría, hay un camino que resume en pocas palabras este monasterio y la figura de su rey: el vía lucis, el camino del hombre para llegar a la salvación de Cristo a través de la Eucaristía. Orientado de Oeste a Este, inicia en la doble fachada con la imagen de san Lorenzo (devoción humana), la Biblioteca Real (sabiduría humana), Patio de Reyes (salvación humana, Templo de Jerusalén), Basílica (salvación humana, sacramentos de la Iglesia) y altar y tabernáculo (salvación, Cristo). A los lados de este camino una construcción única que acoge a un rey-monje, estudioso-astrólogo, religoso-científico y cortesano-austero.