Las Casillas

Pedro y Carmen en Los Pinos, imágenes entrañables de esta pequeña taberna casillera, templo del mus y el dominó durante muchos años. Gracias Sandra y Juan Carlos por tan entrañables fotos.
A.M.R.- Desde hace algunos años, se están celebrando unas comidas multitudinarias de los casilleros. Bien merece la pena hacer una reseña y un poco de historia del entrañable barrio y de sus acontecimientos y, además, resaltar la labor de quienes las promueven.
Conforme a la información que he podido conseguir, el barrio de las casillas comenzó a poblarse a principios del siglo XX. Fue un proyecto social promovido por el Padre Agustino GERAEDO GIL, era una cooperativa de casas blancas. Se entiende que fueron casas humildes para gente obrera, de ahí que fueran casas pequeñas o “casillas”. Se terminaron de construir hacia 1922. Al final de los años veinte surgirá otro proyecto social, promovido por un patronato, que se llamó Las Casillas o Monte Carmelo, de cuarenta y cinco casas de más calidad con, incluso, un pequeño jardín. De esta misma época data la fundación del Convento las Carmelitas Descalzas. También son de aquella época dos más: el terrero y el matadero hoy en día barrio del Rosario.
Pero, el caso de LAS CASILLAS es muy singular. Ya no quedan construcciones de las que se hicieron en aquellos años. Con el paso de los tiempos, se fueron haciendo casas con varias plantas, y chalets particulares a semejanza de las viviendas que hay en su entorno. Pero las calles y las personas persisten a través de los tiempos y las nuevas generaciones; eso se palpa cuando paseas por esas calles estrechas y típicas de aquella época, personas con mucha ilusión y orgullo de ser casilleros de este barrio humilde y gente trabajadora que fue, y eso les honra.
Este barrio tenía -y aún tiene- muchos pequeños negocios familiares algunos ya desaparecidos. Bares como la BODEGA DE CONRADO, EL TROPEZÓN, MANOLO, CONTRERAS (familia representada por dos maniquís de abuelos y decorado con detalles artesanos típicos de la época -en este mismo lugar hubo una tienda de comestibles y una cantina-, bar LAS CASILLAS, LOS PINOS -con su famoso vino embocado-, y el más famoso por su enclave, el RINCON ANDALUZ. No está nada mal para un barrio obrero y no con demasiados habitantes. Hay que resaltar también las carpinterías PICOLA, MILLAN, PITA. Algunas tiendas de ultramarinos y comestibles que tenían casi de todo, JAIME, EL BARATO, LA OCASIÓN (lo que es hoy GERARDO, carnicerías y pollería COGORRO, FLORITO; pescadería SANTIAGO y FABRICA DE HIELO en la calle de Claudio Cuello -de ahí la “cuesta del hielo”-. Es posible que hubiera algún pequeño negocio más, pero estos son los que he podido contrastar.
También era típica la matanza, (cuando todavía se podían hacer). Se mataba un gorrino, se destazaba y elaboraban chorizos y morcillas; se guisaban judiones y se hacían barbacoas a mogollón. Se invitaba a todo el barrio, o a cualquiera que se acercase a participar y comer de este festín. Tenían mucho mérito estas personas que se encargaban de organizarlo -que no es moco de pavo-, y solo por el amor al arte y hacer disfrutar al personal.
Quiero hacer una mención especial al RINCON ANDALUZ. El nombre puede chocar un poco. Parece ser que el primer inquilino fue un metre del hotel Felipe II que para más inri era vasco. (En este tema me corrige mi buen amigo Antonio Gamella uno de mis primeros jefes de cocina, con el que tuve el orgullo de trabajar y aprender muchas cosas de él. Casualmente lo encontré hace unos días tomándose una caña y, la verdad, a pesar de su edad tiene una memoria prodigiosa. Es un gusto escuchar a personas con tanta experiencia y sabiduría como Antonio, que habla mucho y bien). Me apunta que no era metre si no jefe de barman, el responsable de los bares del hotel. Por la información que me llega, este metre o barman, vio la posibilidad de hacer negocio, animado por algunos clientes del hotel; famosos andaluces que les gustaba la noche y los lugares típicos de su tierra, donde pasar un buen rato en su ambiente, como por ejemplo Lola Flores, entre otros. Es muy posible que por esa razón se le ocurriera ponerle el nombre del Rincón Andaluz.
Este simpático lugar está situado en una plazoleta preciosa con unos árboles magníficos, que, con su sombra, hacen que sea acogedor y de temperatura agradable en verano; cuenta con una fuente redonda, de piedra de granito, muy bonita, y chorros de agua abundante que, con su música, aportan tranquilidad y sosiego. A pesar de haberlo regentado varias familias, de aquella época la que más recuerdo es la de los COLILLOS, que fueron dos generaciones -gracias a Esteban por darme algunos datos-.
Hoy en día es un sitio de encuentro muy concurrido donde, además, se instala la verbena de las fiestas del Carmen. Antiguamente con los caballitos, la tómbola, puestos de golosinas, juegos y concursos…, y el quiosco de Furriel con un poco de todo para niños y no tan niños; luces, banderolas y farolillos y, sobre todo, el baile.
Simpáticas comisiones de festejos que elaboraban, con mucho trabajo, un programa lleno de ilusión. Recuerdo las presidentas, chicas jóvenes bien guapas y orgullosas.
Estás fiestas eran y son un referente en todo el pueblo, las primeras del verano, corazón de la temporada para veraneantes y empresarios. Se multiplicaba la población por dos incluso más (hoy en día también hay mucha más gente, pero estamos acostumbrados a verlas más a menudo; los medios han cambiado y no hay distancias. Antes era diferente. Había que aprovechar estos meses al máximo, porque el invierno era muy largo.
Estas fiestas se siguen celebrando, en parte, gracias al Ayuntamiento. Pero quizás en menor medida que en las décadas que yo recuerdo 60’,70’,80’,90’… Lo recuerdo con mucho cariño: salíamos de trabajar muy duro y allí estábamos; no nos cansábamos, ¡Juventud divino tesoro! Y, aunque estoy convencido de que ahora lo hacen con la misma ilusión y la gente joven disfruta como antes o más, lo cierto es que hay una diferencia: hoy por hoy, cualquier día es fiesta. Antes no.
También quiero destacar que la procesión de la Virgen del Carmen se sigue haciendo con mucha devoción y cariño como antes ¡o más si cabe! Se adornan las calles por donde pasa, con flores silvestres y de todo tipo; hacen sus paradas en los altares adornados con velas, candelabros e imágenes de la virgen, como es su costumbre, y cada año se superan más. Es un gusto ver a muchas de las personas que asisten a este evento religioso, bien vestidas de fiesta y, sobre todo, a las señoras mayordomas de la virgen, que, con tanta ilusión se arreglan y visten elegantemente con sus tacones altos -a pesar del firme de la calzada-, mantillas negras y peineta. Merecen un aplauso.
Volviendo a las comidas multitudinarias mencionadas al principio, quiero resaltar a modo de homenaje la figura de mi buen amigo FELIX EL RUMBÓN, promotor de estos eventos con algunos amigos más, como JUAN ROBLEDANO Y TOMAS VITORIA. (me refiero a las comidas multitudinarias).
A Félix en particular, le encanta hacerlo y lo disfruta mucho. Ya su padre era un artista en estos actos simpáticos, -como quien dice “de casta le viene al galgo”-, sin otro afán que ser feliz y hacer feliz a los demás. Tiene otro don. Una memoria prodigiosa. No conozco a nadie que pueda retener tantos datos en su cabeza; se sabe casi todos los cumpleaños, onomásticas o acontecimientos particulares de muchísima gente. Personas como FELIX, merecen la pena; sin ellas serían muy monótonos los pueblos y las gentes. Gracias Félix, por hacernos un poquito más felices, ARRIBA ESPAÑA.
Quiero añadir a esta crónica un artículo que me ha mandado un amigo para mi información, no me atrevo a quitar ni una coma. Gracias, amigo.
En este alegre barrio de las Casillas, originalmente de viviendas modestas, curiosamente coexisten dos fincas cuyos altos muros sorprenden a los ajenos de este popular barrio. Una de ellas es la que corresponde al Convento de Clausura de las Carmelitas Descalzas, donde residen once monjas -once ángeles-, dedicadas en cuerpo y alma a la meditación y a la oración por todos nosotros. Todos los domingos, a las 9:30 horas, cualquiera puede disfrutar de sus maravillosas voces durante la misa cantada. Sensibilidad, recogimiento, todo un lujo ese coro angelical.
La otra finca corresponde a la que se hizo construir en 1956 el que, por aquel entonces, era el ministro de la gobernación de Franco, Blas Pérez. Mas allá de su posición política, Blas Pérez fue una persona de una extensa cultura, prestigioso jurista, catedrático de universidad y político español, que dirigió el Ministerio de la Gobernación durante el franquismo entre 1942 y1957.
Dicha casa es conocida comúnmente entre los habitantes de las casillas como “la casa del ministró” y al parecer fue construida por muchos de los canteros que trabajaban en el Valle de los Caídos. También se preocupó de mejorar el Ayuntamiento de San Lorenzo, el cual se construyó gracias a sus gestiones. Era famoso el dicho que en su momento se refería a su autoridad “mandas más que Blas Pérez”. l