La portería principal, secretos en el Monasterio

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Carmen Villanueva.- Temo explicarme mal por el título que encabeza esta breve aportación, sobre todo si del mismo cualquier lector pudiera deducir que me he dedicado a curiosear historias, leyendas o chismorreos ocultos de cualquier siglo o época… Alguno dirá: “Sí, claro, tiene que haber miles de ellos”. Pero yo no presto atención a esa clase de secretos que bastante tenemos todos los días en la actualidad con las llamadas fake news. Mis secretos no son esas palabras que el viento se lleva en detrimento de la ética ecológica.
Me refiero a secretos de piedra que figuran humildemente como parte de la inmensidad pétrea del Monasterio. Pues curiosamente ese secreto que indicamos está construido, ¡oh! casualidad, en una portería, Portería Principal del Monasterio. Pero, no es la actual portería. Veamos por donde se va a ese lugar histórico.
Para llegar a ese lugar, entremos por la puerta central de la fachada de Poniente que nos conduce a través de un zaguán al Patio de Reyes. Lo primero que encontramos es un arco detector de metales, que ha invadido espacio por razones de seguridad antiterrorista, pero que no debe relegar al olvido el sabio detector de ignorancia que estableció el rey Felipe al colocar en el piso superior la Biblioteca toda la sabiduría del trívium, quadrivium, Filosofía y Teología, ciencias todas muy necesarias para entrar hemos de subir siete peldaños (un número que indica siete virtudes), y se llega a un gran vestíbulo donde la Basílica tiene su entrada a través de tres grandes portones. Este vestíbulo tiene a su a derecha (Mediodía), una puerta que conduce a un recibimiento, que recibe su luz por una ventana a su izquierda que da a un patinejo, y la a la derecha una puerta pequeña que da a uno de los cuatro claustros menores del llamado propiamente Monasterio. Al frente, una gran puerta conduce a la Sala de la Trinidad, llamada así por el cuadro de Ribera que se colocó en ese lugar. Esa estancia era la que antiguamente fue Portería Principal provista en sus paredes de asientos con respaldares de madera.
Y he aquí el secreto, un secreto de piedra. En ese recibimiento, colocado en una esquina puedes comunicarte en perfecta intimidad con quien se coloque de igual manera en la esquina opuesta. Nadie intercepta tu conversación. Es secreto monacal.