José María Ontoria , Un tipo ¡sorprendente!
ADRIANA RAMIREZ FE.- Todos conocemos, aunque sea de oídas, el Teatro de la Antigua Mina -a caballo entre San Lorenzo de El Escorial y Zarzalejo-. Pero ¿cuánto sabemos de su historia? Y vamos un poco más allá, ¿quién está detrás de este singular proyecto? Pues tenemos que decirles que es un hombre de San Lorenzo de El Escorial. Estudió en el Real Colegio Alfonso XII; pasó su juventud entre el mundo del deporte y sus estudios de aeronáutica. Se llama José María Ontoria y dirige la empresa de cerrajería de su padre, conocida por todos porque -como se suele decir- es gurriato de pura cepa y porque “de actor no se vive”.
Pero José María ¿Cuándo te dio por el teatro?
Pues es curioso. Fui muy deportista, pero estudié otras cosas que no tenía nada que ver, relacionada con la aeronáutica. Un día entré en una farmacia, tenía amistad con la farmacéutica -Paloma-, y me dijo “necesitamos hombres para nuestra compañía de teatro, podrías animarte a hacer algún papelito”. Le contesté que no, que me daba mucha vergüenza. Pero otro día, me lo repitió y, por no decir que no, le comenté que me dejara asistir a uno de los ensayos con un papel pequeñito, de pocas palabras. Me dieron un papelito pequeño, me animaron y debuté en el Teatro Carlos III, con la compañía de este teatro que era muy amateur y me fue gustando.
Como quien no quiere la cosa, con un par de obras con “poco texto” el enganche tuvo que ser fuerte, porque no tardó en llegar el día en que, tal cual, tomó una valiente decisión. “Un día me dije, pues mira, me voy a ir a Madrid a una escuela de interpretación los años que sean necesarios a ver si me gusta y me formo como actor”.
¿Tal cual?
Así fue. A partir de ahí me hice actor profesional, de ahí pase a hacerme director de escena, he dado clases de interpretación durante años y monté un teatro. ¡Casi nada, vamos! Aquel día en que entré a la farmacia, dio para mucho -se ríe-. Toparse con la Antigua Mina estaba escrito. José María nos cuenta que ya de pequeño la observaba cuando iba en el asiento trasero del coche de su padre de San Lorenzo de El Escorial a Zarzalejo por el puerto de la Cruz Verde y nos refiere que ya le llamaba la atención. Pero ya era actor cuando en una de estas pasadas…
¿Qué pasó?
Vi las casitas y de repente dije ¡qué sitio más bonito! Y, dándole vueltas al sitio tan bonito vi que había un cartel que ponía SE VENDE. ¡La leche! -pensé-, pero si esto parece un pueblo, así, con sus casitas y una esplanada… Aquí se ponen unas sillas y tal y se pueden hacer interpretaciones de teatro para los amigos. Le anduvimos dando vueltas un amigo con el que había estudiado aeronáuticas y que no tenía ninguna vinculación con el mundo del teatro, pero me apoyó en todo. Pensábamos en un teatro de pequeño formato para las amistades y así lo hicimos.
De aquella idea inicial, fueron puliéndose algunos aspectos. Era un teatro al aire libre. Si llovía, te mojabas, y si hacía frío, pues era lo que tocaba. Empezaron con aquello hace 17 años, porque llevó todo un año de preparativos.
¿De entonces hasta hoy?
No sabía en la que me metía -se intuye una sonrisa- ¡madre mía! El primer año era todo muy escaso. No había cuartos de baño, eran portátiles de plástico; el camerino era una de las casas, sin techo; nos cambiábamos al aire libre. Todo muy escueto, pero así es como comenzó el Teatro de la Antigua Mina. Cuando vimos que empezaba a venir más gente y que el público valoraba que se hiciera teatro en una antigua explotación minera en la que se aprovechaban los pasadizos, las galerías, las casas, la explanada o las escaleras, que utilizábamos vestuario clásico, con obras clásicas y tenía muy buena aceptación, pues comenzamos a hacer mejoras para hacer unos camerinos cómodos con cuartos de baño y ahora ya tenemos nueve distribuidos en una de las casas, en el antiguo torreón donde estaba el transformador eléctrico de los mineros, que se ha rehabilitado y hecho un mirador; no falta un cuarto de baño para personas con movilidad reducida.
El frío de las noches en la montaña de esta serranía, pese a estar en temporada estival, también se ha combatido, explica Ontoria. “Hay un graderío cubierto, con puertas correderas y un sistema de cañones de aire caliente soterrados”. Sin duda, todo un lujo de lugar para disfrutar de la programación.
Por cierto, cuéntanos ¿cómo ha evolucionado ésta de entonces hasta ahora? Porque no pare tarea fácil hacer una programación tan completa.
En la programación de este año tenemos veintinueve días para acoger los espectáculos, y treinta y siete funciones. Así que ¡imagínate! Empezamos a seleccionar en el mes de enero, normalmente, a aquellas compañías que nos mandan sus propuestas. Ahora ya, de todas partes de España e incluso alguna del extranjero, que no solemos traer porque no podemos ofrecerles un alojamiento.
¿Habéis pasado de buscar compañías a que os busquen? Eso os coloca en otro estatus.
Así es y podemos elegir las que mejor encajan con el espacio, las que mejor encajan con el gusto del público de la zona. Porque, por ejemplo, a nuestro público le gusta más la obra clásica, la comedia; el autor conocido, también. El teatro moderno como que es más para Madrid capital.
Has hablado del espacio ¿Qué características tiene que tener una compañía para este espacio?
Prácticamente ninguna más que el hecho de que tenga un nivel aceptable para que sepan trabajar la voz. Ten en cuenta que se trata de un espacio al aire libre y aunque la Antigua Mina tiene muy buena acústica, también hay que tener en cuenta que estamos en la montaña y puede soplar el viento, como pasa en Mérida. -Otra sonrisa de ilusión se le vuelve a intuir. Con razón. Porque le llega a sus oídos, y con humildad nos lo transmite no sin emocionarse, que hay quien llama a este lugar la ‘Pequeña Mérida’-. Pero bueno, concluye. “Si es una compañía con rodaje, tiene obra de autor conocido, clásico o comedia, es muy fácil que se pueda programar: Hablamos de Moliere, Javier Poncela, Miguel Miura, Lope de Vega, Shakespeare o Calderón de la Barca, por citarte algunos. Si, encima, es comedia y la han hecho con un vestuario clásico, entonces ¡vamos! Tiene todas las papeletas para poder entrar en programación.
Hablando de éxito y de caché, ¿queda espacio para el teatro amateur en la Antigua Mina?
Te podrías sorprender. Hay compañías que, sin ser profesionales, no tienen absolutamente nada que envidiar a las que se llaman profesionales. A veces me hace gracia -dice tajante- cuando nos llega una compañía y nos dice “oye nosotros somos una compañía profesional” y otros que no dicen nada porque son amateur, ves su trabajo y te preguntas qué significa la palabra profesional.
¡Ahí queda!