Jardín de los Frailes
Carmen Luengo.- Seguimos paseando por nuestro entorno y en esta ocasión vamos a descubrir los jardines que rodean el Monasterio, unos maravillosos jardines que además proporcionan un auténtico mirador, con la ciudad de Madrid al fondo.
Fueron creados sobre grandes terrazas, cuyos muros de contención se apoyan en la huerta, donde encontramos una serie de arcadas que comunican huerta y jardín.
Descubrimos en ellos tres zonas con usos diferentes: el Jardín de los Frailes, el del Rey y el del Prior.
Llegamos al Jardín de los Frailes a través del patio de la botica, muy importante en su época, que daba servicio al hospital. Entramos al jardín bajo la Galería de Convalecientes o Corredor del Sol, donde los enfermos encontraban un lugar resguardado, soleado y protegido de los vientos que nos llegan desde el cerro de San Benito.
Ya en el jardín, a la derecha, podemos ver el gran estanque, que garantiza el riego de jardines y huerta.
Actualmente los jardines están formados por setos de boj, rosales que recubren las paredes del Monasterio y si nos acercamos al borde de granito, encontraremos árboles como cipreses, magnolios, tilos, camelias, el árbol del amor, almendros que en primavera proporcionan un espectáculo sensacional y al fondo la huerta, donde podemos apreciar los olivos.
En sus orígenes los jardines eran muy diferentes. El Padre Sigüenza nos habla en sus crónicas, de los cuadros de flores blancas, azules, coloradas, amarillas, encarnadas y de otras, que hacían que pareciesen alfombras traídas de Turquía, del Cairo o Damasco. Nos cuenta que los enrejados o celosías se cubrían de rosales, ligustros, mosquetas, jazmines, madreselvas.
El Jardín de los Frailes debió de ser un auténtico jardín botánico, con muchas plantas medicinales, y unas 400 plantas que se trajeron del Nuevo Mundo.