Jara y cantueso cuando el sol se esconde…
José Ruiz Guirado.- Este título con el que encabezo este breve corresponde a unos versos del poemario RECADO DE EL ESCORIAL, del preclaro vate y escritor Ramón de Garciasol (seudónimo de Miguel Alonso Calvo), en el que nos esclarece este lugar serrano de insólitas magnitudes. Con él, compartí paseos, amistad y poesía. Esta tarde misma, me han venido sus recuerdos a la memoria. Mas no por casualidad. Hace ya algunas décadas, necesitó de mis ojos. Me explico: ya apenas veía con claridad y hube de pasarla a limpio sus últimas obras (entre ellas, dos tomos de cultivada prosa, “CUADERNOS DE MIGUEL ALONSO”). Ahora, son los míos los que fallan. Y lo ha sido a esta hora fusca del día, en la que teníamos que retirarnos del paseo.
Jara y cantueso, piedra dura y piorno. Esencias escurialenses. Hoy, hay viviendo en El Escorial, otro poeta mayor, que de alguna manera me recuerda a aquél, Mariano Rivera Cross. Tienen los dos en común una concepción de la poesía, de la honestidad y de la criatura humana. Y una calidad, oficio, maestría en el arte poético que les coloca en la cima de la Literatura. Esto no lo digo yo -prejuicios de amigo-; sino señeras figuras de la Literatura Hispana. No olviden el poemario LA FLOR DE PIEDRA, de Rivera Cross.
Algún día, ya estamos más cerca, habremos de dar cuenta de aquellos recuerdos que han ido configurando nuestra vida. No pretendo petulancia alguna. Más por cuanto pueda alcanzar a decir este amanuense de escritor; sino por lo aportado de los ilustres próceres, que la vida me ha regalado, poniéndoles en mi camino. Y he tenido la fortuna de encontrarlos.
Un servidor, que cultiva la paremiología, les recuerda el refrán español: El hombre propone, y Dios dispone. Se emplea cuando surge un obstáculo o un imprevisto que trastoca o destruye nuestros planes y expectativas. Refleja un sentido providencialista de la vida humana. Ya saben, estamos ante una sentencia que leemos en la Imitación de Cristo: Homo proponit, sed Deus disponit (1. 19. 9.). Esta paremia recuerda la sentencia bíblica Cor hominis disponit viam suam, sed Domini est dirigere gressus eius [El hombre dispone su camino, pero al Señor corresponde disponer sus pasos] (Proverbios 16, 9).
Uno pensaba en la jara y el cantueso cuando el sol se esconde, en aquello pretendido: que las alas de mi tierra vengan a recogerme. Sin embargo, ¿quién sabe? Me hago cargo de este título puesto a este breve de esta noche recurrente. Antes de rematar, he de decir que soy persona extraordinariamente sensible con los lugares en los que he vivido, y ya no digamos de las personas que en ellos moran. No es, de ninguna manera, mérito de quien esto suscribe; sino realidad constatable de unos paisajes, unos lares y de las personas que lo habitan. Sin ser un exiliado o un transterrado, como definiría el profesor Abellán, sí nos hemos tenido que cambiar de lugar, por unas u otras razones. Lo que nos convierte, de alguna manera en un exiliado interior. En esto nos parecemos, salvando las distancias y las circunstancias a Garciasol, incluso a Rivera Cross: deja de ser uno de allí o de aquí.