Jaime Barrutia: la belleza en un gesto
IRIS ARCE.- Diseñador industrial y ceramista, el trabajo de Jaime se ha expuesto en galerías y en tiendas míticas de Madrid, pero hoy encontramos al maestro feliz en su taller de San Lorenzo, acompañado de sus queridas perras Miss Marple y Pipa, mientras responde a mis preguntas, siempre con su sentido del humor danzón y un punto travieso y rebelde en la mirada, que las gafas apenas disimulan.
Jaime, tu fuiste un niño y un adolescente de los llamados “veraneantes”. Dejando la inevitable nostalgia aparte: ¿qué crees que ha mejorado en el pueblo de entonces a nuestra realidad de hoy?
Bueno yo no me enteraba mucho de la vida de la gente de aquí en esos veranos, vivíamos un poco en una urna, creo que era un ambiente bastante clasista, en cambio hoy día tengo la sensación de que todo es más abierto, de que esta sociedad del pueblo se está abriendo y es más democrática e igualitaria si quieres, aunque cuesta porque hay un peso excesivo del pasado, un peso que puede simbolizarse en la arquitectura escurialense. Si, lo simbólico a veces pesa mucho y hace que la economía del pueblo no evolucione a veces lo necesario, y con un tipo de turismo y de oferta poco renovado.
Dime un ejemplo gráfico de lo que estás contando sobre lo positivo actual frente a la nostalgia.
Pues, por ejemplo, hay un relevo en esos caserones construidos durante el franquismo, con esas familias de diez hijos que venían en verano. Esos caserones han cambiado de mano, en algunos viven varias familias, seguramente gente con otras ideas, ya no es el foráneo que tiene casa tan tradicional como antes, vamos, más diverso.
Y si tuvieras que señalar una preocupación actual ¿Cuál sería la principal?
En este entorno fantástico que tenemos no me gusta el sobre uso que sufre, esto se pone imposible los fines de semana o en verano, caminos llenos de bicicleta y eso es destrozo del entorno, esa parte no me gusta.
¿Cómo fue Jaime que decidieras vivir y trabajar entre nosotros?
Bueno, ya tuve mi primer taller aquí siendo muy joven, después de una crisis y de estudiar en la escuela de cerámica decidí que ese iba a ser mi camino, y monté en 1975 una casa taller con jardín cerca del restaurante El Rincón Andaluz. Entonces se llamaban “las casas baratas” pero eran fantásticas, y ahora claro de baratas ya no tienen nada, ¡jajaja!
¿Pero volviste muchos años después ya definitivamente no?
Si, llevo ocho años viviendo aquí, alquilé una casa preciosa que es donde vivo desde entonces, y estoy encantado. Hubo una época que estaba entre Madrid y el Escorial, con un pie aquí y otro allá, pero era demasiado esquizofrénico tener dos casas y decidí dejar Madrid y venirme ¡la cabra tira al monte!, emocionalmente me siento muy unido.
Para las personas que no te conocen ¿Cómo resumirías tu recorrido de ceramista artista?
Mis maestros fueron un alfarero de torno de un pueblo de Cuenca que me enseñó las técnicas castellanas y un ceramista chileno que me abrió la puerta de los maestros japoneses y chinos. Claro que la cerámica oriental tiene muchas vertientes, yo he desarrollado la más vinculada a la pintura abstracta, a la gestualidad, el atrapar el instante con un movimiento del dedo o de la mano en una pieza.
Entonces has fusionado en tu carrera estos dos mundos…
Tenía esta doble visión e intenté unirlas, buscar un reconocimiento en la cerámica tradicional que se hacía aquí en España: en Castilla, en Extremadura… yo entendí la belleza de ese gesto de un alfarero pegando un asa, algo que sí se entendía en Japón. En mi trabajo reivindico por un lado técnicas populares, como la cerámica de Talavera que se ha quedado un poco para turistas, pero yo creo que tiene unas posibilidades inmensas, y al mismo tiempo cierta concepción zen o budista de sentir el entorno, sentir que somos uno… bueno no quiero ser farragoso, pero de aquí surge la idea de incorporar el paisaje a mi trabajo.
Eres el artista invitado en la estupenda exposición otros barros de la CAM que se puede ver estas semanas en la casa de cultura de Valdemorillo, ¿cómo definirías ese tipo de piezas que estás haciendo ahora?
Yo he sido un ceramista tornero, que fabricaba piezas a torno de todos los tipos y poco a poco empecé a hacer piezas con las manos, a mano y coincidió con empezar a buscar materiales locales, y ahí descubrí lo que era dedicar horas para hacer una sola pieza y casi es una especie de meditación… a mí me ha cambiado la visión del trabajo de la cerámica y eso me ha llevado a adaptar mi capacidad de vender -porque ya no acumulo- y mi capacidad de sentir hacia una técnica nueva en la que todo cuadra. A veces confluyen todos los elementos en algo, y estoy encantado.
Has dicho que esta transformación te ha llevado a incorporar el paisaje en tu trabajo…
Si, me voy a al monte con una bolsa, una mochila y un martillito cogiendo materias primas y probando. Claro, para coger minerales tienes que saber de composición de minerales, de química, aunque sea una base muy utilitaria. Yo tuve la ocasión de trabajar con un geólogo casi un año en Centroamérica, y me está sirviendo muchísimo.
¿Por qué zonas sueles ir y que tipo de minerales recoges para tus piezas?
El Escorial no es en realidad una zona super rica en materiales para la cerámica porque geográficamente lo que más abunda es granito y gneis, hay que alejarse un poco de la sierra para ver la transformación de estos materiales.
¿Y dónde vas entonces con tu mochila y tu martillo?
Uso arenas de cuarzo, arenas del río Aulencia, feldespatos de la Cruz Verde, granito molido de Zarzalejo, arcillas y minerales de cobre de la zona de Valdemorillo. Allí además hay minas abandonadas. En Valdemorillo ha habido industrias cerámicas muy importantes, ahora mismo hay una exposición en Nueva York sobre Salvador Orodea.
A nivel local también has creado piezas utilitarias para algunos restaurantes de aquí, entre ellos uno que tiene estrella Michelín creo…
Si, es esa faceta de tornero en la que hago piezas utilitarias y que me encanta hacerlas. Después de varios años me va conociendo aquí gente, y me han encargado piezas para el restaurante Vesta, les hice unas piezas irrompibles hace varios años y no necesitan reponerlas -se ríe- y para nuestro restaurante con estrella Michelín Montia también les estoy haciendo piezas de vajilla, o para la cafetería Arcadia, que por cierto tienen el mejor café del Escorial, tienes que probarlo… me gusta que haya también un consumo local, me gusta ser el ceramista local, es una cosa que también me gusta.