Hay que…

Fernando del Campo Fernández-Shaw.- Mañana, si Dios quiere, cumpliré un año más… y siempre que se acerca esta celebración me planteo algún reto nuevo, algún objetivo alcanzable, alguna meta que alcanzar… eso sí, que dependa de mí y que beneficie a mi gente…
Este “mini plan de trabajo personal”, aunque a veces me cuesta ponerlo en marcha y no siempre lo consigo, es fruto de situaciones, hechos o circunstancias que uno detecta que pueden / deben ser mejoradas, adaptadas o rectificadas, indudablemente, para mejorar mi vida y la del entorno personal que me rodea. Pero soy yo y mi circunstancia.
Y es que, aunque ya lo mencioné en algún artículo anterior, hay personas o, mejor dicho, hay muchas personas que habitualmente utilizan la expresión “hay que” o “habría que” para que las cosas mejoren, se adapten o cambien… ¿Y cómo? Y es que estos “demandantes de hacer cosas” deben estar convencidos de que las cosas se hacen solas, o que ya si eso habrá otros que las hagan, o que la providencia divina intervendrá para que las cosas pasen… Y así seguimos o, mejor dicho, así siguen ellos, muchos de ellos, la mayoría de ellos… y, lo que es peor, las cosas siguen intactas, inmóviles e inmutables. Y así nos va.
Es por esto por lo que tantas veces utilizo las expresiones “piensa en global pero actúa en local” o “seamos parte de la solución, no del problema”… No puedo evitar el bajón anímico puntual cuando escucho estas “demandas de hacer cosas” (por otro lado, absolutamente lógicas, lícitas y, en muchos casos, justas) y, nada, ahí se quedan. Y algunas de esas demandas son, a mi juicio, muy interesantes, muy necesarias y muy provechosas para la comunidad. Porque, generalmente, estas “peticiones de hacer cosas” son referidas a nuestro entorno escurialense y local, que son las que verdaderamente nos afectan; las “otras”, las relacionadas con el entorno más amplio, incluso nacional o estatal, pues ya sabemos… no comment.
En este comienzo de año, suele haber coincidencias en el planteamiento que yo hago con mi cumpleaños: propósitos, objetivos, metas… pero, ¡ay!, los “demandantes de hacer cosas” a los que aludo se suelen referir a cosas de nuestro pueblo y entorno… ¡y es que hay tantas cosas por hacer, por mejorar o por rectificar!
Hace una semana, un reducido grupo de amigos que peinaban canas hablaban sobre este tema… Los conozco bien y soy sabedor del nivel intelectual y profesional que todos tienen… y todos residen en nuestro pueblo (no vamos a volver a reiterar el impresionante talento que tiene San Lorenzo en muchos de sus vecinos). Y al pasar junto a ellos me invitaron a participar en la conversación en la que, cuando se pronunció el célebre “hay que”, y antes de venirme abajo y desmayarme, instantáneamente propusieron una fórmula para que esa “demanda de cosas” se pudiera convertir en una “propuesta de cosas”… ¿Cómo? La respuesta del grupo fue unánime: suponían que a través de los vecinos y ciudadanos unidos; a través de la sociedad civil. Con su edad (yo diría, su experiencia), ya no esperan mucho de quién ha de seguir ese proceso de “demandar cosas”, “proponer cosas”, “hacer cosas”… Porque esas demandas o exigencias iniciales son gratuitas, fáciles y no requieren mucho esfuerzo; ya las propuestas concretas en la que se plasman las “demandas de cosas” son palabras (y hechos) mayores que requieren trabajo, dedicación y voluntad, pero insisto, hay gente que vive entre nosotros que quiere, sabe y puede proponer, plantear y proyectar determinadas demandas y exigencias que mejoren, adapten o rectifiquen lo que nos rodea. Y entonces ¿por qué no se hace nada o da la impresión que no se hace nada o casi nada?
Supongo que la respuesta no es fácil o, dicho de otra forma, habrá mil respuestas que pudieran, sino justificar, sí amortiguar la justificación a la inacción, apatía o pasividad a la hora de “hacer cosas”. Y lo fácil es apuntar a los políticos de turno, sin duda, pues aunque creo que tienen casi exclusiva responsabilidad a la hora de “hacer esas cosas”, la ciudadanía también la tenemos. Aunque siempre he pensado que el famoso dicho “cada uno recoge lo que siembra” suele ser un vaticinio o predicción que pone a cada uno en su sitio en todos los órdenes de la vida, no es menos cierto que las semillas también pueden mejorar, como la tierra, los nutrientes y el sembrador. Como decía este grupo de amigos… ¿por qué no trabajamos un proyecto, una propuesta, y la presentamos incluyendo las respuestas a las preguntas “qué”, “cómo”, “cuándo”, “por qué”, “dónde”…? Solo faltaría la respuesta a la pregunta del millón: ¿quién?
En nuestro entorno escurialense hay asociaciones, colectivos y grupos de ciudadanos que se unen para compartir intereses, aficiones u objetivos de toda índole (culturales, lúdicos, deportivos, profesionales, empresariales, medioambientales, de ocio, etc.)… y algunos, políticos. Y aunque me consta que la inmensa mayoría de estos grupos carecen de orientación o tinte político alguno, también me consta que a otros no les importa tal orientación política e incluso hacen gala de ella… ¿Y? Absolutamente respetable para mí, pues considero que cada uno es muy libre de adherirse o pertenecer a un colectivo u otro, con las consecuencias que ello conlleve…
Y aquí quería llegar y aquí lo voy a dejar. Si todas las “demandas de hacer cosas” que mejoren, adapten o rectifiquen nuestro bienestar en el entorno en el que vivimos no nos queda más remedio que canalizarlas de alguna forma para que lleguen a los responsables que han de ejecutarlas (o no), los políticos de turno… ¿a qué estamos esperando? Ufff… la política es… ufff. Sí, lo es. Pero si queremos recoger lo que sembramos, ¿por qué no empezamos a sustituir el “hay que” por el “vamos a presentar un proyecto” o “hemos trabajado una iniciativa” o “estamos terminando una propuesta”? La sociedad civil tiene mucha, muchísima fuerza… y si la política “profesional” nos espanta (porque nos espanta, nos aleja y nos convierte en “resignados sufridores”)… podríamos plantarnos y plantearnos trabajar en ese cambio: en términos taurinos, dejemos el burladero y salgamos a la arena.
Pero ni estamos tan cerca, ni estamos tan lejos. Hay que ponerse a ello.