Entrevista con Javier Vicente Montero: testigo del paso del tiempo de las romerías
ADRIANA RAMÍREZ FE.- Javier Vicente Montero ha dedicado a su pueblo 48 años de servicio. Como dice él con la sonrisa en la mirada y con su característica rotundidad: siete como monaguillo, ocho en el ayuntamiento -uno de ellos como alcalde-, y 33 como Hermano Mayor de la Hermandad. ”¡Ya son años!”, dice. Nada menos cumplirá 82 el año que viene.
Cuando le preguntamos por qué su devoción por la Virgen de la Herrería, nos contesta que “su pasión” por ella, es “de toda la vida”. No en vano, recuerda, “fui monaguillo desde el año 51 y aquí se celebraba la Virgen de la Herrería, que yo recuerde, de toda la vida”.
Si bien es cierto que “la fiesta de la Virgen de la Herrería se ha celebrado siempre”, nos explica “la Romería no se comenzó a celebrar hasta 1968”. Al preguntarle por esto, hace primero una puntualización: “Primero hay que hablar de que la Romería de San Lorenzo, la promocionó El Escorial en gran medida, porque en el año 1949 subieron de aquí veinte carretas y aquí no se celebraba nada. Aquí hacían una chapuza y se iban a celebrarlo a San Lorenzo, y no digo que esté mal porque ahí le dieron un empujón bastante importante a la Romería de la Virgen de Gracia”. Hecha esta puntualización, continúa, “a partir ya del año 1956 o 57, más o menos, se dejó de subir. Subía la gente, pero ya aquella peña que era tan importante, que era la de ‘La Carreta’, formada por gente del pueblo y gente de la comunidad veraniega, dejaron de hacerlo”.
¿Entonces?
En 1968, la Junta se inclina por que debe haber una romería aquí también, y se consigue. Siempre he dicho que aquí nunca se apagó el rescoldo romero, porque fue una cosa esplendorosa. Sólo tengo que contar que, sin carreta ni nada, la gente acudió en masa. Sólo una dulzaina y un tamboril que vinieron de Serranillos, un pueblo de Ávila, a través de un miembro de la Junta que era natural de allí.
¿Cuándo fue Ud. nombrado Hermano Mayor?
De 1968 a 1987 estuvo de Romero Mayor Don José Manuel Beltrán Delis, pero dimitió y en enero del 88, que terminaba mi mandato como alcalde, vinieron a buscarme. El conocimiento que me dio un año de Alcaldía fue lo que me permitió darle un impulso tremendo a la Romería y está mal que yo lo diga, pero fue el verdadero resurgir de esta celebración, porque aquí se vestía muy poca gente con el traje regional, había pocas carretas, poca ilusión. Dice el historiador Gregorio Sánchez Meco en un libro que el mayor esplendor que tuvo esta Hermandad fue en siglo XVII, cuando la Virgen tenía una corona de oro y un manto hecho del manto real de la reina Mariana de Austria… Pues fue tanta la ilusión, tal impulso y tal el empujón que le di que, sinceramente creo, cuando mayor esplendor ha tenido la Romería de la Virgen de la Herrería ha desde el 88. -Sonríe-.
¿De qué se siente más satisfecho?
Lo más, conseguir la Coronación Canónica de nuestra patrona. Fue un acto que aquí jamás se había pensado en la vida; aquella cantidad de gente en La Manguilla con el obispo Monseñor Rouco Varela, ¡qué te voy a contar! Pero desde el principio fue un no parar y he de decir que, todo lo que he hecho, lo he hecho con tal cariño, con tal devoción: le compramos una corona de plata bañada en oro a la Virgen, se restauró su carroza con pan de oro, se amplió la Ermita… Pero llegó un momento en que también me sentía cansado. -Tienes que seguir-, me decían, pero yo ya no podía y les pedí que buscaran un suplente.
Javier Ud. tiene hijas, tiene nietas… ¿Cómo vive la Romería?
¡Puff! Mire. Tengo dos hijas, cada una en una peña. Cuando volví de vacaciones a finales de julio, una de mis hijas y su marido, estaban metidos en la comisión de las Fiestas de Mozos; y a los días de acabar, y ya estaban las dos liadas con las carretas… En mi familia viven la romería a tope. Si le digo que, entre las dos hijas, las tres nietas y mi mujer habrá veinte refajos, a lo mejor me quedo corto. ¡Los hay de todos los colores! Pero ¡si lo han visto desde pequeñas, lo que se ve, se repite!
Entonces, ¿cómo se le plantea el día de la Romería?
Iremos a la misa y, después, ¡ya veremos! Si no me dicen las chicas nada, me vengo. Que me dicen algo, me quedo lo mismo con una que con otra.
Si tuviera que elegir un momento de las vísperas o del día, ¿cuál sería?
La ofrenda floral es un acto muy bonito. Como devoto, el Rosario y la Misa de la Aurora me gustan mucho. Pero, más me gusta cuando la Virgen llega al Crucero y la cantamos. Porque, hay mucha gente a la que no le gusta ir a la iglesia pero que sí tiene una gran fe en ella y sí la espera, y eso me emociona.
Qué recuerdos tiene de la infancia en relación con la Virgen de la Herrería?
Recuerdo cuando en la Hermandad sólo eran hombres: la mujer sólo podía estar cuando se moría el marido y se le daba el relevo con el mismo número. También recuerdo que mi abuelo, que fue mayordomo, tenía un cetro que usaban los mayordomos al acompañar al cementerio el féretro de los hermanos de la Virgen fallecidos. Y, cuando murió mi abuelo, que mi abuela guardaba ese cetro en un armario, y que nosotros siendo pequeños jugábamos con él.
¿Qué le pide a la Virgen?
Nunca he sido persona ambiciosa. Para mis hijas y yernos, salud y trabajo, y a sus hijas alegría como Dios manda y que las eduquen bien. Que mientras vivamos, estemos bien; que cuando dejemos de estarlo, que se acuerde de nosotros y nos lleve con ella cuanto antes, porque no estando bien, no haces más que dar la matraca, martirio y sufrimiento.