El Parque de La Fresneda. La Granjilla, un libro que todo escurialense debería tener en su biblioteca
La finca de La Granjilla ha sido el escenario de la presentación del libro El Parque de La Fresneda. La Granjilla, escrito por el historiador, Gregorio Sánchez Meco, y editado por Santiago Aguirre Gil de Biedma, propietario de este palacio histórico situado en la Leal Villa de El Escorial. El acto ha contado con la presencia de la ex ministra y ex presidenta de la Comunidad de Madrid y hermana del editor, Esperanza Aguirre, y el consejero de Medio Ambiente regional, Carlos Novillo.
Una presentación cargada simpatía ya que Esperanza Aguirre ha puesto la nota de color al evento actuando de entrevistadora al escritor y al editor y sus preguntas sirviendo de hilo conductor, para descubrir el valor de esta finca que pertenece desde muchas generaciones a su familia y en la que, como se ha podido constatar, se ha hecho por parte de la misma un verdadero esfuerzo económico y se ha puesto mucho cariño y empeño por devolverla su esplendor renacentista.
Según describía el tatarabuelo de los hermanos Aguirre al hablar de su adquisición, “he comprado unas tierras con un pozo, unas ruinas y unos estanques secos”, haciendo ya entonces apunte de su estado de ruindad en el devenir de los tiempos.
A través de esta entrevista se ha podido desgranar algunas curiosidades de la historia de este lugar desde su adquisición por parte de Felipe II, allá por 1563. Constaba la finca de dos casas principales, la del Rey y la de los Frailes, y otras estancias como la Casa de la Cruz. Al monarca, le gustaba disfrutar de este espacio donde cazaba y descansaba, a menudo “demasiado” a juicio de sus secretarios. Como persona de grandes inquietudes, se rodeó de ingenieros venidos de Holanda, de Inglaterra, de Alemania y de Italia, para poner en marcha la obra de ingeniería hidráulica de sus Reales Sitios, pero también de esta tierra y los estanques y jardines que conforman El Parque de la Fresneda.
Pero la historia de esta posesión no estuvo exenta ni del paso del tiempo ni de la historia. Sufrió expolios durante la desamortización y también dos incendios. Quizás de ahí vino la descripción del tatarabuelo de los Aguirre. Desde entonces, en sus diferentes etapas, la familia no ha hecho más que intentar recuperar este patrimonio. Las Casa del Rey, los jardines y estanques y la estancia donde ha tenido lugar esta presentación -la Casa de Los Frailes- están hoy completamente rehabilitados, hay que decir, con suma exquisitez.
Todo, ha dicho Santiago Aguirre, mecenas de esta puesta en valor y este esfuerzo inversor, procurando “no mover una sola piedra de su sitio”, en un guiño al historiador y escritor Gregorio Sánchez Meco, que ha servido de guía para la puesta en valor en cada paso. “Hemos intentado que toda intervención necesaria estuviera basada en cómo era originalmente”. Aunque reconoce que “había cosas tan dañadas, que era imposible recuperarlas”.
Preguntado por Esperanza Aguirre sobre qué es lo que le hacía sentir más orgulloso de esta rehabilitación integral de La Granjilla y el parque de La Fresneda, Santiago Aguirre ha querido sumar a su esposa en los méritos “por su sensibilidad y gusto artístico”. Pero de lo que más orgulloso se siente, ha destacado, “es que ha sido una intervención muy respetuosa”, no solamente en el legado de Felipe II, sino también en épocas posteriores en que se llevan a cabo actuaciones como “la construcción en 1.700 del puente del estanque de la Isla o los nuevos jardines”, e incluso en época ya de los Borbones, en que por ejemplo “Isabel de Farnesio le devuelve el esplendor a las fuentes”, ha citado.
Otras curiosidades para quienes no conocíamos el lugar y que se han desveladas en esta conversación a tres, es que La Granjilla tiene una dimensión de 4.000 hectáreas, de las que el Parque de la Fresneda ocupa 147; y que este parque se llama así porque eran las casas de los antiguos vecinos de La Fresneda. Asimismo, La Granjilla debe el nombre a los periodos cortos vacacionales de los Jerónimos, de uno o dos días, y que desciende de la expresión “ir de Granjería”, frente a otros periodos vacacionales más largos de los que solían disfrutar para descansar sus obligaciones eclesiásticas en el Monasterio.
Merece pues la pena, hacer un recorrido a través de esta exhausta investigación sobre el amor de Felipe II por este espacio natural y su legado de ingeniería arquitectónica, hidráulica y paisajística y también de cómo afectó el devenir histórico español en esta quinta de recreo, desde el siglo XVI hasta nuestros días. Un aprecio que se contagia a este libro con gran mimo y con amplia infografía en esta obra, que bien merece la pena tener en nuestra biblioteca de lo escurialense.