El laboratorio de química del Real Colegio Alfonso XII

DOMINGO PEREA UNCETA (Asociación Antiguos Alumnos Alfonso XII).- El laboratorio de química ha sido siempre el menos vistoso de los laboratorios del Gabinete de Historia Natural, Física y Química del Real Colegio Alfonso XII y, sin embargo, el más apreciado por los alumnos, encandilados con las prácticas que realizan en él rodeados de tubos de ensayo, matraces, mecheros Bunsen y reactivos extraordinarios.
Es el laboratorio que más ha sufrido los estragos del paso del tiempo y los continuos traslados en el colegio. Sus frágiles recipientes e instrumentos de vidrio y porcelana se han roto por el uso, por el maltrato en las reformas, y por la impericia de alumnos y profesores poco cuidadosos.
De la fundación del colegio, hace 150 años, conservamos una amplia colección de reactivos en 216 frascos históricos de origen francés (Poulenc Fréres) o alemán (C.A.F. Kalbaum), muchos de ellos con las antiguas etiquetas del Gabinete del s. XIX. Entre la amplísima variedad de reactivos que contienen sorprende la ingente cantidad de cianuro de potasio, que se tenía por kilogramos y que se ha depositado, recientemente, en la Facultad de Química de la UCM; o la tintura de láudano o el cloral hidratado, antiguos sedantes de la medicina clásica; o los frascos de ácido pícrico que este mes ha retirado la Guardia Civil por su peligro como explosivo, ya que, sólo con manipularlo, podría explotar espontáneamente.
También se ha conservado una surtida colección de recipientes e instrumentos de química, entre los que destaca la colección de retortas de destilación, nada menos que sesenta y dos de varios tamaños y modelos, procedentes de la Real Fábrica de Cristales de la Granja de San Ildefonso, tan habituales en los laboratorios antiguos del s. XVIII y XIX. Igualmente, aparatos comunes en un laboratorio de química, como hornos, un evaporatorio, una amplia colección de mecheros (Bunsen, Teclu, Tirril, Mecker-Fisher…), centrifugadora manual Ed. Messter, prensa de cocodrilo, ebulloscopio Dujardin-Salleron, diversos hornillos de alcohol o petróleo, alambiques …
En la década de los 80 del s. XX se hizo cargo del laboratorio de química el profesor Agustín Fernández, insuflando a la materia de química del colegio lo que el P. Vicente Gómez logró con la física. Agustín Introdujo las prácticas de química como una actividad habitual y complementaria a las clases de química, alumbrando la curiosidad de los alumnos en una materia que estaba muy matematizada. Tomó bajo su responsabilidad el laboratorio de química, situado entonces en las crujías de la torre del colegio, y diseñó el nuevo laboratorio, situado actualmente en la segunda planta, cerca del Gabinete de Historia Natural y del laboratorio de Física.
Con Agustín Fernández entre los años 80 y 90 renació el estudio práctico de la química y de la historia de la ciencia en el Real Colegio Alfonso XII. Agustín contagiaba con su entusiasmo a todos los que le rodeaban, fueran profesores o alumnos. Elaboraba en la torre licores cuya fama llegó a los medios de comunicación, hasta culminar en la publicación de El arte de cautivar quintaesencias primaverales en el agua de la vida para la propia complacencia y la de mis semejantes, con elaboraciones tan sugerentes como Oro potable, Delicuescencias de San Posidio, Licor de Monseñor Domingo Perea o Elixir de Calid, aparte de los clásicos pacharán, anís o licor de madroño.
A él debemos el estudio y traducción de obras de alquimia de la Biblioteca Real de El Escorial, como el Libro de la composición de la alquimia, o el Tesoro de los remedios secretos, de Evónimo Filiatro (C. Gessner), en colaboración con Andrés Manrique. Fue destacable su participación en el Simposium de la Ciencia en el Monasterio del Escorial, celebrado en 1993 en el Real Colegio Universitario Mª Cristina, en el que se presentó el Catálogo de impresos científicos de la Real Biblioteca de El Escorial, realizado con la colaboración de Andrés Manrique y Domingo Perea.
Seguimos su labor en el Real Colegio Alfonso XII, donde las prácticas de química son de las más esperadas y valoradas por los alumnos de ESO y Bachillerato y, hasta este año, por los alumnos de Quiropráctica del RCU Mª Cristina (enseñanza recientemente extinguida).