El barrio del Rosario
A.M.R.- Siguiendo la saga de los barrios, ya que estamos haciendo un poco de historia popular, merece la pena contar algunas cosas sobre el barrio del matadero, actualmente del Rosario. Además, yo viví mis primeros años de adolescente en este humilde barrio. He de decir al respecto -y es solo mi opinión- que no era tan popular como otros barrios, que estaban más cerca del centro de la población como El Terrero, Las Casillas, Abantos o El Plantel. Quizá, por aquello de estar más alejado del núcleo urbano y menos cuidado, los chavales del centro de San Lorenzo le llamaban, en tono despectivo, el barrio las latas. La verdad es que, al estar cerca del basurero, menos poblado y desprotegido por su orientación, cuando soplaba el viento era tremendo, ¡cómo rodaban las latas! De hecho, hay una zona que se le llamaba “muchos vientos”.
Comenzó a poblarse a mediados del siglo XX, siendo alcalde D. Salvador Almela Navarro -entre 1943 al 1957-. Se hicieron 70 viviendas protegidas, con su capilla de la virgen del Rosario. En la plazoleta donde se encuentra la capilla, se celebraban las fiestas del barrio con bailes populares y demás atracciones. Hoy en día se siguen festejando. De hecho, el pasado 7 de octubre se ofició la misa con la posterior procesión de la Virgen, hubo algunas atracciones para los más pequeños y un aperitivo con paella, ofrecidos por supermercado CARRO.
Esta capilla fue iniciativa del párroco D. Teodosio Martínez Pardo, una persona que contribuyó a poner en marcha algunas de las costumbres religiosas como la Semana Santa, la Romería y otras obras sociales muy importantes. También, en esa época se construyó la nueva Casa Consistorial, el hospital San Carlos -que a partir de entonces se llamaría de ‘La Alcaldesa’-, la terminación y la ampliación del muro de la presa del Tobar y el túnel que cruza la montaña y abastece de agua a todo el pueblo. Se podría decir que Don Salvador Almela fue un alcalde muy importante.
La construcción del matadero -magnífico edificio hecho de ladrillo rojo a semejanza del estilo mudéjar-, fue una apuesta valiente. ¿Quizás tuviera algo que ver con el matadero de Madrid, del mismo estilo? Se construyó en 1912 y esa fue la razón del nombre del barrio El Matadero.
Inicialmente estuvo en lo que es hoy la Parroquia, y posteriormente trasladado a las afueras por la peligrosidad de los animales y por higiene. Hoy en día, acoge la biblioteca y escuela de música, entre otras actividades.
Casualmente yo viví unos años en una casa que estaba justo al lado del matadero. Escuchábamos los berridos de los animales cuando los sacrificaban y, también, percibíamos sus olores, que resultaban muy desagradables. Hay que tener en cuenta que, en esos tiempos, las técnicas de sacrifico de las reses vacunas eran bastante precarias y, a mi juicio, un poco salvajes (no voy a entrar en detalles de lo que yo mismo y algunos chavales vimos).
También en esta misma época, había en funcionamiento dos fábricas: NYLCAS, dedicada al textil, y SAMI, dedicada a los parches para los pinchazos de las ruedas bicicletas, motos, coches etcétera. Las dos fueron muy importantes en aquellos tiempos y creaban muchos puestos de trabajo.
Hay otra persona que tuvo mucha importancia en la expansión de este barrio. D. Fermín Mayoral, fue el constructor de algunos edificios de varias plantas en la calle Miralmonte y las Casas del Reloj, con su galería comercial de alimentación en la que se podía encontrar casi de todo para hacer la compra cómodamente: carne, pescado, frutas y verduras, panadería etc. Y me consta que ayudó a muchas familias a financiar dichas viviendas en muy buenas condiciones.
También construyó la plaza de toros, ya que era ganadero y gran aficionado. Esta bonita plaza tuvo unos muy buenos años de festejos taurinos con los mejores toreros de aquellos tiempos. La corrida de San Lorenzo era grandiosa, con unos carteles impresionantes. Recuerdo que se llenaba hasta la bandera. En aquella época, en el pueblo había un ambiente taurino espectacular. Es una pena que, en la actualidad, esté en tan precarias condiciones y que, si nadie lo remedia, termine cayéndose o vaya usted a saber. Hay que decir que D. Fermín se la vendió al torero Julio Aparicio, que es actualmente el propietario.
Con respecto a los establecimientos del barrio del Rosario decir que, casi todos, estaban en la misma carretera de Guadarrama: bares, tiendas de ultramarinos y restaurantes -Zacarias, El Saláo, La Mixta, Los pilares, Casa Cipriano, la panadería de Castilla-, dos tiendas de comestibles SPAR y, ¡cómo no!, un estanco.
Hay que destacar entre todos, y sin menospreciar al resto, ¡Dios me libre!, el Cipriano. Una casa de comidas de aquellos tiempos, a las que ya se comenzaban a llamar restaurant, algo así como al filete de lomo, entrecot… Esas palabras francesas que se fueron introduciendo en nuestra gastronomía española…
Casa Cipriano fue un referente para muchos clientes de toda la provincia y nacionales, puesto que estaba incluido en las mejores guías gastronómicas. Lo regentaban Luis y su mujer -creo se llamaba Luisa y era una cocinera excelente. Luisa elaboraba una comida casera de una calidad exquisita, en una cocina que tendría no más de cuatro metros cuadrados, con fregadero incluido. Tenía de todo: guisos de legumbres, carnes, aves, verduras naturales, postres caseros… Yo, que tuve el honor de conocerla, sobre todo admiraba la organización para desarrollar esa tarea en un espacio tan reducido. Gran trabajadora, con enorme amor por la cocina.
¡Y qué decir de Luis Cipriano! Un verdadero artista con el cliente. ¡Qué habilidad para doblar las seis mesas que tenía! En verano alguna más en terraza. Se sentaba un minuto en tu mesa, te hacia la cuenta en el mismo mantel de papel, te daba el trozo del mismo… y te decía: “Al café estás invitado, en la barra”. ¡Y lista la mesa para otros clientes!