25 años de la tragedia del Monte Abantos

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El 20 de agosto es el 25 aniversario del trágico incendio de Abantos. Sobre las 15:30 horas de ese viernes se daba la voz de alarma de fuego en el entorno del Zaburdón. Un viento cambiante impulsó las llamas tan pronto hacia las faldas del monte, tan pronto hacia el casco urbano, así zigzagueante durante toda la tarde. Emergencias 112 activaba todos sus medios. Los primeros helicópteros llenaban los bambis en la piscina de Montescorial. En su club social aún había gente de sobremesa. No daban crédito. Una densa humareda comenzaba a extenderse bien cargada de humo negro. El panorama no pintaba bien.
Los medios terrestres correspondientes al parque de El Escorial se encontraban atendiendo otro incendio en la vecina Galapagar. A su llegada, las autobombas llegaban vacías. Se buscaban con desesperación las bocas de incendio más cercanas.
El viento seguía cambiante y las llamas, apenas dos horas después ya coronaban la parte más altas de esta masa forestal. Las profundas y agrestes vaguadas de Abantos jugaron a favor de la devastación.
Se había reforzado la intervención con todos los medios terrestres y aéreos disponibles de Bomberos de la Comunidad de Madrid, brigadas forestales y cuadrillas de prontoataque. Incluso fueron llegando más desde la vecina Castilla y León, y el propio Ayuntamiento de Madrid. También el ejército. En total, 13 dotaciones de bomberos, 9 retenes forestales, 5 hidroaviones y 6 helicópteros
Las llamas no pudieron controlarse en aquel atardecer, en que se oía Abantos crujir, se olía a quemazón y se veían las llamaradas a varios kilómetros. La noche se echó encima y la retirada de las aeronaves hacía temer lo peor. Llamas de más de 25 metros se iban comiendo el bosque en la oscuridad. Los bomberos, exhaustos, se iban dando el relevo. Todos los presentes esperábamos un cambio de viento que condujese las llamas hacia lo quemado. La estación meteorológica desplazada al lugar, no lo registró. Todo lo contrario, el fuego se extendía hacia Cuelgamuros.
Las temperaturas nocturnas, el viento calmo y la reincorporación de los medios aéreos al amanecer lograron controlar el avance de las llamas. Aún quedaba algún susto más. Uno de los helicópteros que intervenían en el Valle de los Caídos, toco tierra. Afortunadamente no hubo que lamentar pérdidas. De la misma manera que afortunadamente los vecinos de las urbanizaciones Felipe II y La Pizarra, gracias al control de las llamas en la zona, pudieron respirar al comprobar que, por fin, sus casas -y ellos mismos que habían sido desalojados la noche anterior-, salían ilesos del siniestro.
EL 23 de marzo de 2002, se daban por concluidas las labores de reforestación con 400.000 nuevos árboles, entre pino albar, negral, resinero y piñonero, que fueron plantados en las zonas más altas; frondosas plantadas en la zona intermedia, roble melojo, encina, abedul, arce, fresno, chopo negro, lamo blanco y castaño, en dos zonas y en las zonas húmedas se cuidó la plantación con especies como las frondosas ripícolas, junto a los arroyos existentes y se rehabilitó el mirador de La Penosilla, en donde el 24 de abril se soltaron dos águilas calzadas.