149 años de ciencia en el R.C. Alfonso XII
DOMINGO PEREA UNCETA.- Esto es sólo un bosquejo de la ciencia en el Colegio en sus 149 años de historia. Os hablo de lo vivido en el Colegio, como profesor y como alumno, y de algo muy notable: sus gabinetes y laboratorios, y los profesores que los hicieron posibles.
Llegué en 1969, terminando mis seis años, y tengo de entonces un recuerdo entrañable del P. Carlos Vicuña, una de las figuras notables de las Ciencias Naturales del Colegio. Para mí, entonces, era un abuelo con hábito negro y correa de cuero, al que ayudábamos mi hermano y yo, sus “pequeños vascos” por nuestros apellidos, a subir las escaleras y nos recompensaba con una mandarina u otra fruta. Pertenecía a lo que llamo “el otro Colegio”, el que se desarrolla desde la fundación en 1875 (con los agustinos en 1885) y los inicios de la contienda civil en 1936. Se cuenta desde entonces con un excepcional Gabinete de Historia Natural, Física y Química, dotado del mejor y más moderno instrumental y colecciones naturales que en la época se podía adquirir.
Podemos nombrar de entonces al P. Fidel Faulín (1867-1904), autor del texto Elementos de Historia Natural e Higiene (1898), escrito para el estudio de las Ciencias Naturales en las enseñanzas medias, fue director desde 1893 hasta 1895 y que perteneció a la Real Academia de Ciencias de Madrid. Y al P. Zacarías Martínez (1864-1933), profesor del Colegio y discípulo de Santiago Ramón y Cajal, quien elogió su talla científica en su obra Estudios biológicos, que llamó la atención no sólo en España sino también en una Europa que entonces no se fijaba precisamente en los logros científicos de nuestro país. También, debemos hablar del P. Teodoro Rodríguez (1864-1954), director de 1895 a 1903 y autor del notable texto Elementos de Física y Química modernas (1892), y cuyas ilustraciones se basan en los materiales del Gabinete de Física.
Una de las fuentes más interesantes para conocer el nivel científico del Colegio de entonces son las inauguraciones de curso, que con todo el boato de la Corte se celebraban cada año con discursos de los profesores. Del P. Fidel Faulín, Sobre y contra el darwinismo (1891-92), bastante retrógrado en este año del bicentenario de Darwin, pero interesante para valorar el pensamiento de la época; del P. Teodoro Rodríguez, Importancia y utilidad de la sección de Ciencias en la Segunda Enseñanza (1889-90); del P. Zacarías Martínez, La fisiología de la célula (1893-94); del P. Justo Fernández, Bosquejo histórico de los descubrimientos físicos en todas las edades y de los más insignes cultivadores de la Física (1896-97) y La telegrafía sin hilos (1908-09). Y especialmente interesantes, por su relación con los trabajos y colecciones del Gabinete de Ciencias Naturales, los discursos del P. Carlos Vicuña (1893-1972) y el P. Félix Pérez (1887-1976). El primero con un discurso titulado Los minerales de El Escorial que publicaría la Imprenta del Real Monasterio de El Escorial. El P. Félix Pérez inicia el curso 1929-30 con el discurso Antofitas de San Lorenzo del Escorial con un suplemento de los restantes tipos botánicos, también publicado por la Imprenta del Real Monasterio, interesante trabajo que utiliza la información del autor y la contenida en el herbario del Colegio, obra del más importante naturalista español del s. XIX, M. P. Graells.
Entonces llegó la Guerra Civil, su irracionalidad, el exilio de la Ciencia española y los mártires del Colegio. Supuso un desastre para sus colecciones, hubo que trasladarlas al R.C.U. Maria Cristina y a locales del Monasterio cuando se cerró el Colegio. Sufrió del expolio de gente sin escrúpulos, se perdieron no sólo ejemplares sino sobre toda información sobre los mismos. Puede decirse que, salvo puntuales aportaciones del P. C. Vicuña y del P. Emilio Baglieto (con una interesante colección de lepidópteros de 1958), sufrió del deterioro, del descuido y de la falta de atención.
Una oscuridad que nos siguió, en el ámbito científico, hasta la década de los 70. Encadeno aquí con tres profesores que marcaron mi posterior desarrollo académico y profesional y el del Colegio y sus laboratorios: el P. Vicente Gómez, Agustín Fernández y el P. Alfonso García.
El P. Vicente fue el creador del actual Laboratorio de Física en los años 70, en el que incorporó una colección magnifica de instrumentos que heredamos a duras penas del s. XIX y lo último para la enseñanza de la Física, especialmente en Óptica y Electricidad, de la época. Diseñó y montó el moderno Laboratorio de Física, en el aula que lleva su nombre, en 1973; pero lo más significativo fue su labor pedagógica en el campo de la Física. Fue una persona de una cultura apabullante, profunda, amplísima.
A Agustín Fernández le conocí como tutor y no volví a saber de él hasta el verano de 1986, en el que me llamó para catalogar el Gabinete de Ciencias Naturales. Fue mi primer contacto con el Colegio tras mi etapa universitaria y el que me llevó, de la mano del P. Juan José Sánchez, a ser profesor en el Colegio. Le menciono por dos razones: el Laboratorio de Química y la Historia de la Ciencia en el campo de la Alquimia, a través de sus estudios en la Biblioteca Real. Diseñó y montó el actual Laboratorio de Química en 1988, donde es notable la colección de reactivos del s. XIX y algunos instrumentos de laboratorio, especialmente una colección de matraces y retortas. Fue un entusiasta elaborador de licores increíbles y autor de la entrañable obra El Arte de cultivar quintaesencias primaverales en el agua de vida para la propia complacencia y la de mis semejantes. Sus trabajos en el campo de la Historia de la Ciencia son muy notables, entre ellos podemos mencionar la catalogación de los fondos de la Biblioteca Real (en la que colaboré junto con Andrés Manrique) y la traducción y estudio de obras de Alquimia del s. XVI de la misma.
El P. Alfonso García fue el promotor de tres importantes actuaciones: los dioramas del Salón de Actos, el traslado y modernización del Gabinete de Ciencias Naturales y la recuperación y catalogación del herbario de M. P. Graells.
El Gabinete ocupaba hasta el año 1988 las actuales aulas de E.I. que se encuentran a la izquierda del Salón de Actos. Se trataba del típico gabinete decimonónico que incluía vastas colecciones mineralógicas, paleontológicas, botánicas y zoológicas, junto con los más variados objetos naturales imaginables, que durante los primeros años del Colegio se pudieron adquirir por donaciones Reales, compras en las más importantes casas europeas y donaciones de profesores y alumnos del Colegio.
El paso de renovación lo protagonizó el P. Alfonso García cuando montó los dioramas del Salón de Actos en 1973 representando ecosistemas naturales con animales disecados de la colección del Colegio. En 1988 participé con él en el traslado y montaje del actual Gabinete de Ciencias Naturales.
La última e importantísima aportación al Gabinete fue la recuperación del Herbario de Mariano de la Paz Graells, catedrático de Zoología del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid desde 1838 y director del mismo desde 1851 hasta 1868. Desde este puesto controlaba las dos secciones que entonces tenía el Museo: el Gabinete de Ciencias Naturales y el Jardín Botánico. Su cese tuvo un matiz claramente político, habiendo sido precedido de agrias acusaciones y de una fuerte polémica con Miguel Colmeiro, que fue su sucesor en el Jardín Botánico. Esto explica que sus colecciones no fuesen depositadas en el herbario del Jardín Botánico, sino que las donase al entonces recién creado Gabinete de Ciencias Naturales del Colegio, como buen vecino de San Lorenzo de El Escorial.
El valor de la colección botánica es enorme y constituye un legado histórico singular, incluye colecciones de los botánicos más preclaros del siglo XIX español (M. Lagasca, S.R. Clemente, J.A. Cavanilles…) y europeo (E. Boissier, G.F. Reuter, A.P. de Candolle, E. Bourgueau…). El Colegio es además depositario del summum de la taxonomía: los tipos de las especies botánicas descritas por M. P. Graells, aquellos especímenes utilizados por él para nombrar y describir por primera vez a una especie. l